Cuando uno lee el Evangelio, no puede menos de experimentar lo mismo, que aquellos que escucharon al Señor en su vida mortal. ¡Quien no se admiraba.., o se sorprendía cuando le escuchaba..! ¡Y quien no se sorprendía ni se admiraba.., no podía por menos de quedar confundido en su interior..! ¡Qué fuerza.., qué dinamismo.., que esplendor.., tenían las palabras de Cristo...!
Nosotros no lo vimos.., no lo tocamos.., pero ahora lo escuchamos con la misma Gracia que aquellos que tuvieron la suerte de estar con El... Cada vez que nos abrimos a la escucha atenta de su palabra, experimentamos la fuerza de su Espíritu..., y el deseo de ponerla por obra.
Hoy la invitación que nos hace el texto es a concretizar en lo fundamental del mensaje evangélico. En dos breves pinceladas se nos da una magnífica.., por no decir sublime.., síntesis de lo que debe ser nuestra vida cristiana...
Los Mandamientos son diez, y no son muchos, pero por si lo fueran.., que no lo son, ahí tenemos su síntesis perfecta en dos tiempos...
Primero: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser..."
Segundo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Hoy nos podíamos examinar un poquito sobre el amor, así nos vamos preparando para el último examen de la vida, pues según S. Juan de la Cruz: “al atardecer de la vida te examinarán en el amor." (Avisos y sentencias, nº 57).
¿Qué os parece si nos hacemos algunas preguntas fundamentales?
- ¿Tenemos a Dios como el mayor valor de nuestra vida?
- ¿Nos empeñamos en conocerlo y cultivar nuestra fe?
- ¿Abusamos de su Misericordia para con nosotros?
- ¿Le prometemos lo que luego no cumplimos...?
- ¿Qué tiempo reservamos para Dios...?
- ¿Sufrimos cuando vemos que no es amado, despreciado o olvidado..?
- ¿Qué juicios de valor emitimos sobre el prójimo?
- ¿Cómo andamos en sacrificio por los demás...?
- ¿Respetamos la fama y el buen ser de los otros…?
- ¿Qué ocurre cuando alguien nos hace daño, o atenta contra lo que queremos o amamos...?
Dice S. Tomás de Aquino:
- "Amarle con todo tu corazón supone que todas nuestras intenciones estén orientadas hacia El.
- Amarle con toda tu mente significa que toda nuestra inteligencia se someta a la suya...
- Amarle con toda tu fuerza quiere decir, que toda nuestra acción interior obedezca a su voluntad..."
Y Bernardo de Claraval decía que "la medida del amor de Dios es amarlo sin medida."
Creo que con esto sería más que suficiente, para tomarnos el pulso en el Amor a Dios y al prójimo... No terminemos nuestra oración de hoy sin mirar o acudir a Santa María del Amor Hermoso, para que ella nos alcance un corazón como el tuyo..., desprendido y olvidado..., que sepa amar siempre, sin esperar nada a cambio.