Para iniciar nuestra oración nos ponemos en presencia de Dios y rezamos con las palabras de la liturgia:
“Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan,
escucha nuestras súplicas,
y pues el hombre es frágil y sin ti nada puede,
concédenos la ayuda de tu gracia
para guardar tus mandamientos
y agradarte con nuestras acciones y deseos”.
Es una petición de gracia, que debería ser permanente durante todo el día, como oración continua. Una petición de gracia, desde el reconocimiento de nuestra fragilidad e impotencia. Una oración que nombra a Dios como la fortaleza de los que esperan en Él, de los que confían no en sus propias fuerzas sino en la omnipotencia del Señor.
La oración continua nos tiene que hacer descubrir el don que pedimos: gracia para guardar los mandamientos y que todas nuestras acciones y deseos agraden a Dios. Es el camino de santidad condensado en una petición.
Si nuestro corazón no ha entrado todavía en diálogo íntimo con el Señor, nos podemos ayudar también de las palabras del salmo:
“Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío”.
Que nuestra oración se convierta en súplica incesante. La oración perseverante es la que alcanza el corazón de Dios.
Es ahora cuando podemos empezar a meditar las palabras del Evangelio:
“Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra…”
Ante una afirmación categórica de la ley judía, Jesús propone otra totalmente opuesta; frente a la venganza propone el amor. Mil veces hemos justificado que hay que combatir contra todo mal, que tiene que triunfar el bien. La exigencia de Jesús puede parecer contradictoria: “no hagáis frente al que os agravia”, parece que nos está pidiendo que no resistamos al mal. Pero en realidad ese poner la otra mejilla es responder al mal con la abundancia de bien.
Aunque sea una página muy conocida del Evangelio, es una página olvidada, silenciada, arrancada del evangelio del día a día porque nos cuesta mucho vivirla; una página que nos cuestiona en la esencia de nuestra vida cristiana.
El P. Morales tituló uno de sus apartados del Forja de Hombres como “Evangelio radical”. Y nos invitaba a vivir el Evangelio al pie de la letra. ¿Por qué no hacemos caso? Que la gracia de la oración de hoy nos sirva para comprometernos a vivir este Evangelio.