Comenzamos nuestra oración con el ofrecimiento de obras a Dios. Todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, todo lo que somos lo ponemos en manos de Dios para que él le dé sentido a todo.
Comienza la estación del verano y el salmo que leemos y rezamos hoy, lo entendemos mejor así. ¡Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío! Mi alma, reseca por el pecado, reseca porque se ha saciado de las arenas de los placeres y de la superficialidad, tiene ahora sed. Pero, como otras veces, puedo intentar saciarme de otras aguas. Jesús, explica a la Samaritana junto al pozo que él es la verdadera agua que sacia la sed de tal manera que ya nunca tendremos que ir a buscar más agua. ¡Dame de esa agua, Señor! Antiguo y Nuevo testamento se complementan para explicarnos el sentido del agua.
¿Qué es la oración sino un saciarse del agua del Señor? Llegamos secos y nos vamos, ojalá, saciados. Sólo hemos tenido que poner el cántaro debajo de la fuente y él solito se ha llenado.
Y una vez comenzada la oración, así, con deseos de ser saciados, hoy el Señor no se queda corto. Va a llenar hasta rebosar nuestro cántaro. En el evangelio nos dice varias cosas. Nos hace, primero una pregunta, que no por haberla escuchado más veces es menos importante. Deberíamos hacérnosla todos los días: ¿Quién es Cristo para mí, hoy? ¿Quién dices tú que es Jesús? Lo que diga la gente ya nos da igual, lo que importa ahora es nuestra respuesta.
Lo segundo que nos dice es que el Hijo del hombre tiene mucho que sufrir. Y así fue y así sigue siendo en su cuerpo que es la Iglesia. Y que si queremos ser cristianos comprometidos sólo nos queda cargar con nuestra cruz y seguirle. Comenzamos estos días las marchas y acampadas por la montaña, y sabemos lo que es cargar un peso a la espalda. La cruz que tendremos que llevar no está preparada por nosotros mismos, sino por Dios, y por eso sabemos que tendrá el peso adecuado a nuestras posibilidades aunque a nosotros nos parezca a veces insufrible. Cargarla con alegría y buen ánimo hará que tengamos un camino más descansado.
Lo tercero que dice este evangelio es que la entrega definitiva, perder la vida por Cristo, es la única manera de ganar la vida. La Hermana Glenda lo canta muy bien. Nos puede servir como ambientación de la oración escuchar esta canción y repetirla suavemente hasta que penetre en nuestro corazón. No temamos nada, Dios sabe a quién ha elegido.
Descargar el mp3 de la canción: por ejemplo del link: http://www.mimp3.net/music/hna-glenda-quien-pierde-su-vida-la-encuentra_1eef69.html