Estamos iniciando el mes del Corazón de Jesús. La espiritualidad del Corazón de Jesús ha experimentado en nuestro tiempo un gran desarrollo. Ciertamente estamos ante el núcleo del Evangelio. Nuestra oración siempre tiene que entrar en los sentimientos de Jesucristo para crecer en fe, esperanza y caridad. Pedimos la ayuda del Espíritu Santo para conocer, amar y servir al Señor. Que todo nuestro ser se oriente a su servicio y alabanza. Conocimiento de la vida verdadera que Él ha traído para verme libre de lo que me aparta de ella.
El amor es el mandamiento mayor. Es el amor que se pedía al judío piadoso y que recordaba varias veces al día en la oración del Shema: “escucha Israel…”; pero Jesús en ese mismo mandamiento del amor a Dios incluye el amor al prójimo que su interlocutor pone por encima del culto del Templo. Una vida santa es el culto que Dios quiere: la de Jesucristo hecha presente en la Eucaristía y la nuestra unidos al Señor. El Nuevo Testamento desarrolla esta idea en las epístolas de san Juan y san Pablo que podemos resumir en el mandamiento nuevo: “como yo he amado” que el anciano san Juan no deja de repetir.
Una invitación en este día a examinarnos en el amor que será el examen final y definitivo de nuestras vidas como dice san Juan de la cruz. Hagamos memoria de Jesucristo y pidámosle que nos enseñe sus caminos. Llenémonos de confianza pues Él permanece siempre fiel. “Jesús en ti confío”