Os propongo hacer la oración hoy de camino. Espero que tengáis imaginación suficiente para utilizarla y alabar así a Dios. Es como cuando hacemos la oración un día de marcha por la montaña.
Se trata de ponerse en camino con una jovencita de Nazaret que ha recibido el mensaje de que será la Madre de Dios, y que en el trascurso de la información se enteró de que una prima suya estaba a su vez encinta. Ella, olvidada totalmente de sí, se puso inmediatamente en camino para ayudarla. Para cualquier militante cristiano, ponerse en camino, y... hacia la montaña, tiene muchas resonancias. Pero recordémoslas... caminando ya.
Tenemos que ir con poco equipaje porque hay que llevarlo a cuestas -como cuando hacemos el Camino de Santiago-. ¡Cuántas cosas nos sobran cuando se trata de ir donde Dios quiere! ¿No será que a menudo no llegamos a ningún lado, incluso acabamos perdiendo la fe de que haya algún lado al que ir, porque vamos demasiado cargados? El peso nos aplasta, nos impide ser sólo de Dios, y si no somos todo de Dios, no somos nada de Dios. Aquí no valen medias tintas (cristianos de misa de domingo o de bodas y funerales). María, la Madre de Dios, que va de camino lo sabe muy bien, su tesoro no está en lo que lleva por fuera, sino en lo que lleva por dentro, a Jesús.
Es el segundo momento de nuestra oración. Sentir a Jesús dentro, que por la Eucaristía recibida a diario, se abaja para habitar en nuestro interior, en lo más profundo de nosotros mismos, en nuestro corazón. Él, Corazón Sagrado –que celebraremos a partir de mañana durante todo el mes de junio- se une a nuestro corazón herido. Cuanto más heridos nos sintamos más Sagrado se nos hará el Corazón de Cristo. Diálogo de Corazón a corazón.
Si en este punto de la oración se nos hace difícil penetrar en la intimidad de Cristo, no olvidemos de que vamos con su Madre al lado. Le podemos pedir a ella que nos abra las puertas de ese Corazón, ella conoce la clave para hacerlo.
En este momento nos encontramos subiendo las cuestas más altas de nuestra marcha por la montaña: “Y luego a las subidas/ cavernas de la piedra nos iremos/ que están muy escondidas/ y allí nos entraremos/ y el mosto de granadas gustaremos”. Porque ya que estamos de subida no perdamos la oportunidad de entrar hasta dentro en las cavernas del amor de Cristo para gustar allí, a solas y junto a él, el dulce mosto de granadas.
La bajada será fácil, como cuando se desliza uno por eso neveros de Gredos, y tarda nada y menos en llegar abajo. Sí, el nevero es en Gredos el signo de María, por eso dejándonos deslizar por ella, todo se nos hará fácil, refrescante, divertido. Ella es el camino más rápido para llegar a Jesús. Por eso, este día de la Visitación, comienzo de una campaña que dura todo el verano y que es de olvido de uno mismo para poder amar más, tenemos que pedir la gracia de hacer una oración cristocéntrica, porque lo es también mariana.