¡Oh, Corazón de Jesús, en este día como en todos los de este mes, comenzamos invocándote y hoy 17 de junio como NUESTRA FORTALEZA.
Que todas nuestras intenciones, acciones y operaciones de este día sean dirigidas a Ti, en tu servicio y alabanza.
Te pedimos gracia para conocer los engaños del enemigo que siempre está alerta para torpedear la vocación a la que soy llamado.
Nada mejor para la oración de estos días que las palabras que escribe el P. Tomás Morales. Por eso transcribo las que pone para este día. Pero antes una pregunta: Te has preguntado cómo hacía oración el Padre”. Busca en los textos que nos ha dejado para estos días del mes de junio y lo encontrarás. La de hoy es un tesoro, un diálogo de tú a tú que te va impresionar:
“Nosotros aceptamos la Trinidad y la Eucaristía con amor y sin escándalo, pero hay un misterio Tuyo el misterio de la Cruz, ante el que sentimos estremecimiento y rebeldía.
Tú varón de dolores, hecho al desierto, al odio, la sed, la intemperie. Tú, con las privaciones de tu vida apostólica y el exceso de Tu Viernes Santo, trazas unos caminos nuevos, desconcertantes. Haznos comprender el sentido del dolor. Eso nuestro, tan nuestro, que tiene el insospechado destino de completar tu Pasión, de colmar en nosotros lo que falta a Tus sufrimientos en bien del Cuerpo Místico que es tu Iglesia.
Ayúdanos, Señor. Queremos palpitar el ritmo de Tu Corazón traspasado, al ritmo de esta hora de dolor que vive Tu mundo.
Otórganos aceptar gozosos toda la dureza de nuestra vida de apóstoles, indeclinables en nuestras renuncias, austeros, predicadores de penitencia en sencillez y amor.
Unidos a Ti, Hostia Santa, Pura e Inmaculada, con nuestra mayor y constante mortificación en todas las cosas posibles, haremos de nosotros un sacrificio continuo a gloria Tuya y salvación del prójimo.
Corazón de Jesús, Fortaleza de los mártires, En ti confiamos.”
El Padre nos coloca en el lugar donde podemos encontrar la solución a todo lo que buscamos a nuestros sufrimientos apostólicos, profesionales, familiares, sociales, económicos y políticos que no son pocos en los momentos actuales: SU CORAZÓN.
Ahí vamos a encontrar la FORTALEZA necesaria, el ardor para la lucha por sacar del pecado a los jóvenes en este verano que es invierno para sus almas, como él nos decía.
Tú sabes bien que la Fortaleza es una virtud, pero también es un don del Espíritu Santo. Y la virtud la puedes cultivar con la oración, penitencia, campaña de la Visitación, olvidándote de ti mismo, no quejándote, procurando lo mejor para los demás. Estos tres puntos que tanto conforman la fortaleza. Pero cuanto más subimos pro este camino, más tenemos que bajar y reconocer que es un DON que se recibe no por méritos propios, sino confiando en su Corazón. Esta es la armadura que nos debe envolver: Confianza en Él. Solo en Él. Son los bizarros soldados revestidos de su fuerza, saltan de gozo como los mártires ante las más espeluznantes torturas. La fuerza de Dios penetra en el alma, se apropia de ella, triunfa de cualquier debilidad pues ¿Quién nos podrá separar de ese horno ardiente de Caridad que es su Corazón?