Hoy podemos fijarnos en esta santa que encontró la imagen del Hijo de Dios en los pobres y después de haber tenido tres hijos, a la muerte de su esposo decidió entregarse con amor infatigable a los humildes y atribulados como nos dice la oración colecta a ella dedicada.
Pero también quiero haceros partícipes de una pregunta que me hacía un alumno estos días de atrás: “¿Por qué tanta diferencia entre las culturas?” Era emigrante y lo había notado. Es verdad la gran diferencia entre la cultura europea y las americanas o asiáticas. No tiene otra explicación que el Cristianismo. Fue quien dio origen a las primeras universidades y centros del saber donde se reunían los mejores sabios del mundo conocido y donde querían ir a estudiar durante toda la Edad Media y Moderna. Fueron centros del saber donde se compendiaron todo lo conocido. Una de estas figuras fue Alberto Magno cuya fiesta hemos celebrado el día 15 y no quisiera que pasara desapercibida pues es mi patrón. Por eso es el día preferido para hacer mi guardia, preparar los puntos siempre que puedo. El 15 de octubre es la fiesta de mi paisana Santa Teresa, el 15 de mayo de San Isidro.
San Alberto Magno es el modelo donde podemos conciliar de modo admirable la ciencia divina con la sabiduría humana, donde podemos ver que el progreso de las ciencias sirve para conocer y amar mejor a Nuestro Señor.
Hoy parece que Ciencia y fe nos las quieren presentar enfrentadas, como reñidas. Como que se oponen y que un científico no puede creer. Nada más lejos de lo que se dio en San Alberto, que haciendo los mejores tratados de Mineralogía, de Zoología, Botánica y Química de la época, escribió cosas sublimes de teología y ciencia de Dios. El descubre el arsénico, describe el ácido sulfúrico, junto con un montón de sustancias simples o que se consideraban simples y sus propiedades. Habla de afinidad química que ahora se mide con parámetros termoquímicos, etc.
Pero además, interviene en temas de oración, de la Trinidad, la Iglesia,… un hombre contemplativo que a través de la naturaleza encontraba el rostro de Dios así puede escribir sobre el Espíritu Santo y la Iglesia: “El Espíritu Santo comunica esta santidad a la Iglesia, en los sacramentos, en las virtudes y dones que distribuye para consumar su santidad; y en los milagros y gracias de tipo carismático que distribuye tales como la sabiduría, paciencia, la fe, el discernimiento de espíritus, las curaciones, la profecía y todo lo que el Espíritu da para santificar a la Iglesia”. Y en otro lugar dice que nos hacemos hijos por similitud al Hijo de Dios por naturaleza y que su comunicación se hace por el Espíritu Santo, que produce en nosotros la imagen del Hijo y nos empuja a invocar al Padre.
Pidamos a este doctor de la Iglesia, místico, “el obispo de los zuecos”, la gracia de que nuestra oración sea para transformarnos y transformar el mundo. Que veamos en todo y siempre, la mano providente de un Dios que lo gobierna y lo hagamos de la mano de Santa María, Ella, la contemplativa en la acción por los caminos de Galilea, en Nazaret, Belén y Egipto, hasta la Cruz.
Los textos de estos día de la Misa nos invitan a meditar en la fugacidad de la vida, el fin del mundo, el Juicio Final, al acabar el año y del reino de los cielos: “Digno eres, Señor Dios nuestro de recibir la gloria, el honor y la fuerza por haber creado el universo; por tu voluntad fue creado y existe”
SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, SOBERANO DE TODO.
En tus santos, en san Alberto en todos. Que lo sea en nosotros también. AMEN.