27 noviembre 2010, sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Situándonos.

  • Hoy concluye un año litúrgico, y mañana comienza otro nuevo, preparando a la Iglesia universal, y a cada bautizado, para el nacimiento del Mesías, del Redentor.
  • Hoy, a lo largo y ancho de todo el mundo, se celebrarán miles de Vigilias por la Vida Naciente, convocadas por el Santo Padre.

El evangelio de hoy nos llama a hacer un balance del último año, y nos invita a estar “siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre”.

La llamada de atención es ésta: “Tened cuidado: no se os embote la mente…” Jesús nos conoce. Sabe que con el paso del tiempo, se nos pega el polvo del camino, y lo que es peor, nuestro corazón y nuestra mente se pegan al polvo del camino… Jesús me conoce, se encarna de nuevo hoy en mi vida, renueva su apuesta fuerte por mí. La Cruz sigue siendo actual.

Por eso, la oración de hoy, puede ser un momento privilegiado para hacer un balance del año: gracias recibidas, momentos de especial presencia de Dios en nuestras vidas; fallos, pecados, limitaciones y miserias… Y todo ello, con la única intención de fijar la mirada en el Corazón bondadoso del Señor. ¡Señor, Tú eres fiel!

San Juan María Vianney, el santo cura de Ars repetía: “Los pecados perdonados ya no existen, no queda más que el recuerdo”.

Hoy es un día para pedir a Dios por la Vida Naciente. Es toda una imagen. Pidamos por la Vida física que sufre ataques, que se desenvuelve en medio de la precariedad, y veamos ante Dios qué está en nuestras manos hacer, y hagámoslo.

Pero también es un día para pedir para nosotros, y para interceder por la Vida de la Gracia en las almas. “¡Que las almas tengan vida, y la tengan en abundancia!” Un nuevo Adviento se precipita sobre una humanidad herida, derramándose por medio de la vida de millones de bautizados. La Redención de Cristo ya está completa, es total. Pero necesita ser completada en los miembros de su Cuerpo Místico, pues necesita arroyos, acequias, medios para llegar a la vida de las personas con las que compartimos vida. ¡Señor, elígeme para lo que más! Quiero colaborar en la Redención de la humanidad. Te miro, me sé amado, me ofrezco. ¡Ayúdame!

Madre, todo tuyo soy, enséñame a esperar a Jesús. Que nuestra mente no se embote, que esté libre para Él.

Marana tha. Ven Señor Jesús.

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