Hoy es primer viernes. Las lecturas de hoy y el mes en el que estamos (noviembre) nos invitan a poner nuestra atención de forma especial en las verdades eternas.
1.- “Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido”
- En el Evangelio Jesús nos presenta una parábola en la que el amo ordena a su administrador que haga balance de su gestión porque esta llega a su término. Dejamos en un segundo plano los detalles descriptivos de la parábola (tales como el motivo del despido y la injusticia del administrador) y nos centramos en el proceder de éste ante el final inminente.
- Me pongo en la persona del administrador, pues soy responsable de los bienes que Dios me ha encomendado, y me hago consciente de que me va a pedir pronto (cien años sería nada comparado con la eternidad) el balance de mi vida. Este cara a cara con Dios será amoroso y misericordioso pero no por ello menos exento de responsabilidad.
- Le miro y me dejo mirar por Él. Y puedo preguntarme: ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué he hacer por Cristo?
2.- “Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen, encuentre Quien me reciba en su casa”.
- La parábola nos invita de forma alegórica a preparar nuestra casa definitiva que es el Cielo. En la primera lectura san Pablo nos recuerda que “somos ciudadanos del cielo”, y en otro pasaje (2Cor 5,1 s) nos dice que “si esta tienda, que es nuestra morada terrena, se derrumba, tenemos una morada eterna en el cielo”. La liturgia se hace también eco de estas palabras: "La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo".
- La auténtica sabiduría (la “astucia” con la que procede el administrador) consiste en vivir con perspectiva de eternidad, en preparar tesoros para el cielo y que allí esté nuestro corazón (cfr. Mt 6, 20-21). Para ello, san Pablo nos invita a seguir su ejemplo y, con él, el de todos los santos, colaborando con la Gracia para mantenernos en el Señor (cfr. Fil 4,1).
3.- “Vamos alegres a la casa del Señor”
- El salmo y la primera lectura completan la verdad del Juicio (balance de la gestión) que aparece al principio del Evangelio, con otras dos perspectivas complementarias del paso a la Vida. El salmo nos habla de la llegada gozosa a la casa de Dios: “Vamos alegres a la casa del Señor”. Y la primera lectura nos la presenta como transformación en Cristo resucitado: “Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso”. Al Padre Morales le gustaba hablar del “abrazo perpetuo de duración eterna”. Y Chiara Badano, joven de dieciocho años recientemente beatificada, se preparó para su muerte refiriéndose a ella como “su fiesta de bodas”.
- Nos puede ayudar también la canción carmelitana: “Pronto mi Dios nos veremos/ en tu casa solariega, Señor./ Pronto Señor ya podremos vernos cara a cara./ Se romperán esos lazos que atan mi alma./ Quiero ver con mis ojos/ tu belleza ideal/ allí será completa/ mi dicha y felicidad”.
- Le pedimos a la Virgen Nuestra Madre preparar nuestro corazón para la muerte, para la Vida. Que Ella nos arranque de la tierra y nos arrastre con Ella al Cielo, caminando hacia la Eternidad como el peregrino, esperando a Cristo como la esposa, y poniendo los ojos en Él como un niño en brazos de su Padre.