Fervor de multitudes
El Evangelio de este día nos acompaña en nuestra oración y nos enseña el fondo del ministerio de Jesús.
Nos recogemos en la presencia de Dios, acompañados por la Virgen, asistidos por el Espíritu Santo.
En primer lugar hace un resumen del ministerio apostólico de Jesús en Galilea, y, en parte, una perspectiva hacia el futuro.
Las multitudes de Palestina se reúnen en torno a Jesús como un preludio de la fundación del nuevo Israel, la Iglesia Universal. La presencia incluso de paganos provenientes de Tiro y Sidón, abre la perspectiva a todo el mundo.
De ahí que nuestra oración en este día, y siempre, tiene que abrirnos a las necesidades de todos los hombres. Cuando entramos en contacto con Jesús, nuestra alma se hace gigante, y no excluimos a nadie en nuestras plegarias.
Hay una presencia de demonios (espíritus inmundos) que entrevén la identidad del Rabí, a quien dan el título mesiánico de “Hijo de Dios”.
Incluso de estos seres enemigos de Cristo hemos de aprender alguna cosa para nuestra vida espiritual. No quedarnos solamente en lo externo, sino penetrar en lo profundo de la persona de Jesús. ¡Es el Señor!
Los que seguían a Jesús después de haberle visto hacer tantos milagros tienen el peligro de quedarse en lo espectacular, en lo llamativo, en lo de fuera. A veces parece que le buscan más para una curación que por una verdadera conversión. ¿Por qué busco yo a Jesús?
Si en la oración de hoy encuentro respuesta a esta pregunta, se clarificarán muchos momentos de mi vida.
Jesús no se embriaga por el fervor popular. Huye de aplauso, porque no ha venido para eso.
Esta lección de humildad y de saber desaparecer nos viene como anillo al dedo para afrontar el proyecto de la nueva evangelización que la Iglesia está llevando a cabo en nuestros días.
Resumo en breves puntos las ideas para la oración.
- Jesús ejerce permanentemente su ministerio apostólico y misericordioso
- El Evangelio está abierto a todos los hombres de cualquier nación
- Tenemos que aprender de todos los personajes que aparecen en el Evangelio.
- Seguimos a Jesús no por los milagros que realiza, sino porque es el Señor
- Jesús trabaja y se oculta. No busca lo espectacular. Tenemos que aprender la lección de la humildad.
Le pedimos a María que nos haga penetrar más intensamente en el conocimiento profundo de Jesucristo. Que nuestra oración de cada día sea un paso en la interiorización del Corazón de Dios.