12 febrero 2020. Miércoles de la V semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡Me encanta la libertad que tienen los discípulos para preguntar al Maestro, cuando ya se ha retirado la gente, y se quedan a solas con El...! Esto denota confianza y familiaridad. Nosotros también tenemos que tener confianza y familiaridad con Jesús en nuestra oración diaria, y deberíamos atrevernos a preguntarle lo que deseamos saber en profundidad sobre sus palabras… Basta que el Señor vea una persona habida de su conocimiento, para que se vuelque sobre ella con su gracia y sus dones… No temamos su pregunta: ¿También vosotros seguís sin entender...? A lo que responderemos con humildad y sencillez: ¡Maestro explícanos…!
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».
Para nosotros no hay alimentos prohibidos, como los había en tiempos de Jesús, y que era un tema todavía no resuelto 40 años más tarde, cuando S. Marcos escribe su evangelio…
Jesús declarará puros todos los alimentos, y es que nuestra fe no debe estar ligada a usos y costumbres culinarias, que excluyen a los que no son de los nuestros, o no han sido educados en la misma cultura…
Luego Jesús enumera lo que sí hace al hombre impuro… ¡La lista es tan actual como el hombre mismo, y sería bueno que la revisemos a la luz de nuestra vida personal...! ¿Qué relación hay entre nosotros y....?
Las malas intenciones…
Las fornicaciones…
Los robos…
Los homicidios…
Los adulterios…
Las codicias…
Las malicias…
Los fraudes…
El desenfreno…
La envidia…
La difamación…
El orgullo…
Y la frivolidad…
Todo esto sale desde dentro del corazón humano..., y es lo que nos hace realmente impuros..., pues el corazón del hombre está herido por las secuelas del pecado original…
¡Luchemos contra esta lista de impurezas que nos manchan, y nos hacen realmente impuros a los ojos de Dios…
Ya sé que me diréis que no es nada fácil, pero también es verdad que no estamos solos en la batalla, pues la Gracia de Dios nos acompaña y fortalece para que alcancemos victoria… ¡Que bien, si nuestra oración de hoy terminara con un pequeño examen de conciencia..., un acto de contrición..., y quizás con una pronta confesión...! Que así sea.

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