29 febrero 2020. Sábado después de Ceniza – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.
En este sábado después de Ceniza, la clave de las lecturas se centra en la Misericordia de Dios. Parece que el texto de Isaías está hecho para Mateo, o Leví, como se le llama en el Evangelio de San Lucas…  “Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía… Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre”. Es el paso del pecado a la gracia, el punto de inflexión donde, por pura Misericordia de Dios, Dios nos llama…. y dejamos el hombre viejo. Podríamos empezar la oración desde esta perspectiva, poniéndome en los pies de Mateo y sintiéndome destinario de ese mensaje.  
El que ha experimentado su propia miseria es capaz de no juzgar los pecados del prójimo, pues se sabe de peor condición y, sobre todo, se sabe perdonado. Los fariseos estaban cegados por la soberbia de creerse superiores… “¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” Habían de dejado ya de lado el “Misericordia quiero y no sacrificios”. El culto a lo exterior los había dejado vacíos. Faltos de interioridad vivían de la apariencia. ¿Acaso no pasa esto también con nosotros?... Hace unos días veía en internet un fragmento de la película “El mayor regalo” de Juan Manuel Cotelo. Personas que habían sido víctimas de la guerrilla colombiana. Se mostraban los testimonios de estas personas perdonando de corazón al verdugo de un hijo, de un hermano. Para quedarse perplejo. Que bien entendieron lo medular del Evangelio de hoy… “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”. Sin duda esa actitud sólo puede ser fruto de un encuentro personal con Jesucristo. Que nosotros también en este día encarnemos a ese Cristo que no cesa de perdonarnos y nos llama continuamente a convertirnos. Le pedimos de manera especial a Santa María, hoy sábado, la gracia de la santidad, el milagro que más le agrada dispensar.

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