Hoy es el día de Señor, domingo. Se está más sereno
para vivir y comunicar paz. El Evangelio de hoy nos puede alentar a dar un paso
más. A intimar con mayor intensidad a dialogar con el Señor.
-Habéis que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. –
Pero yo os digo: “amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen,
para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos…”
Ante este mandato en imperativo, “amad a vuestros
enemigos” se revuelve nuestra naturaleza humana y con ella los sentimientos y
deseos impulsados por el odio. ¿Cómo podemos transformar nuestro corazón?
Nos puede ayudar esta cita del P. Marko I Rupnik S J, para
este rato de oración: “Pero el hombre no logra amar a los enemigos,
rezar por quien los persigue. Esto es sólo de Dios. Sólo de Dios porque Dios no
tiene enemigos…San Pablo lo precisa muy bien en la carta a los Rom 5,10:
“Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte
de su Hijo” …
Cristo se está describiendo realmente a sí mismo,
porque Él es este Hijo entregado a los enemigos, a los pecadores, la oveja
muda, el Cordero que absorberá el mal, pero no reaccionará contra el mal porque
Él está con el Padre.
La filiación lo absorbe tanto que nunca llegará, ni
por un instante, sujeto de la naturaleza humana que querría una venganza, que
quería una defensa. Él renuncia a sus derechos… Sólo quien estando en Cristo
vive una identificación en el amor puede seguirlo en el rechazo de la lógica
del mal…”
Que Santa María nos regale la gracia de identificarnos
con Él, y como Ella; así llegaremos a perdonar a nuestros enemigos… que quizás
no haya tantos.