22 febrero 2020. La Cátedra del apóstol san Pedro – Puntos de oración


Hoy es una fiesta que ya se celebraba en Roma en el siglo IV, para manifestar la unidad de la Iglesia en torno al obispo de Roma, sucesor de san Pedro.
En las oraciones y lecturas de la misa de hoy se muestra la tarea que Jesús confió a Pedro:
ü  Dar firmeza a los hermanos (oración colecta).
ü  Gobernar con generosidad, siendo modelos del rebaño (1ª lectura).
ü  “Lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo” (Evangelio).
Hoy es un día, pues, para pedir por el Papa y los obispos, sucesores de los apóstoles. Pedir por ellos, por todos ellos, con cariño de hijos, al Padre de todos, para cumplan la difícil misión que el mismo Cristo, y nadie más que él, les ha encomendado. Muchas veces miramos a la jerarquía de la Iglesia con ojos demasiado humanos. Hoy es un buen día para volver a mirar con ojos de fe, viendo en ellos al mismo Cristo que nos guía como Buen Pastor.
Nos puede ayudar en nuestra oración empezar a meditar en las palabras que el Papa nos ha dirigido a todos los cristianos con motivo del comienzo de la cuaresma. A una semana del miércoles de ceniza, puede ser una buena ocasión para empezar a preparar esos días 40 días, tan necesarios para luego vivir en plenitud la Pascua del Señor.
En el título del mensaje ya el Papa deja clara una idea clave: “El otro es un don”. En el musical de la misericordia que andamos difundiendo por todos lados, en vivo o en DVD, el mensaje dice algo parecido: “Tú conmigo, yo en ti”. Porque el otro es un don.
Así comienza el mensaje, pero antes deja clara otra cosa que es bueno recordar todos los años: la cuaresma es un tiempo de conversión.
Con esta amalgama de ideas hacer hoy oración es fácil: pedir al Señor que abra nuestro corazón, que nos dé entrañas de misericordia, que nos convierta, para mirar al otro, el pequeño o el grande, el aparentemente necesitado o el que parece no necesitar nada, con unos ojos nuevos, llenos de misericordia.
Para ello, quedémonos mirando al Señor, que también a nosotros, como a los apóstoles en Cesarea de Filipo, nos pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Pidámosle también que nos dé su Espíritu, para que podamos responderle con nuestra vida: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, nuestro salvador.

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