“A Dios que
concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha
llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que
habla”
Hoy se nos presentan unas lecturas muy
bien conectadas entre sí:
- “Dichoso el hombre que resiste la prueba”
- “Dichoso el hombre a quien tu educas”
- “Estad atentos”
- “¿No recordáis cuando yo…?”
Perseverancia y confianza en Dios para
ser fieles. Solo Dios es fiel, porque “Dios no puede contradecirse”, dice la
Escritura. Nos pide el Señor ser fieles hasta el final para alcanzar “la corona
de la vida”, para llegar al Cielo… Pero ¿no soy yo débil? Dios no tienta, Dios
no es el “malo de la película” … ¿de dónde mi mal entonces? ¡De la falta de
confianza! Todo es para bien de aquellos que aman al Señor. La clave está en
dejarse educar por Cristo, hombre perfecto. Ante la duda de los apóstoles les
echa en casa: “¿No habéis visto acaso mis prodigios?”. Te dice a ti: “¿No ves
que yo hago hijos de Abraham de debajo de las piedras, que todo lo puedo, que
puedo educarte, que “puedo sostenerte con mi misericordia cuando ibas a
tropezar”?
Jesús les advierte de la levadura de los
fariseos, es decir, de la levadura mala, la que estropea todo el pastel.
Solamente debemos fermentar en la levadura de Cristo, dejándonos educar por él.
Cristo se ha hecho levadura, pan, para alimentarnos. Solo alimentándonos de la
Eucaristía fructificaremos. La clave por tanto para “alcanzar la corona de la
vida” y “recibir el descanso tras los muchos años” es: confianza perseverante
en Dios, poniendo de nuestra parte, para sumergirnos en Cristo y no en el mal
de los fariseos y Herodes. De nosotros los trabajos y solo de Cristo los
éxitos.
Feliz oración. Lánzate a Cristo.