¡Qué sobrio es Jesús cuando ensalza a su Madre! ¿Por qué esa manera de
comportarse? Sin duda que Jesús quería dulce e intensamente a María, pero sabe
que, en el orden de la gracia, que Él mismo inaugura con su palabra y sobre
todo con su muerte y resurrección, la Virgen es grande, sobre todo, por su
humilde escucha de la Palabra de Dios y su puesta en práctica. Por su hágase y
por su estar. Por eso, lo que parece ser un empequeñecimiento de María, un
quitarle importancia ante la gente, es en realidad ensalzarla como ejemplo para
todos los seguidores de Jesús de todos los tiempos. ¡Qué grande y única eres
María por tu fe y tu acción!
Hablemos hoy con la Virgen sobre nuestra fe y nuestra acción, pidámosle
que nos fortalezca de tal modo que solo queramos cumplir la voluntad de Dios y
seamos, como ella, receptivos y atentos a la Palabra de Dios.
También hoy tenemos que danzar y cantar íntimamente en honor de María, arca de la alianza, que porta a Jesús y lo entrega a todos, sin mermar por ello su posesión. Nos muestra cómo cuidar el tesoro de Jesús viviendo en mí, en cada uno de nosotros: íntima alegría por tenerlo dentro y ganas locas de darlo a los demás (dándome yo mismo con generosidad).