16 octubre 2022, domingo de la 29ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

“A muchas almas me comunicaría con mucho agrado, pero es tanto el ruido que se hallan envueltas que no pueden percibir mi voz”. (El Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez)

Muchas veces escuché esta frase de labios de Abelardo en sus charlas y en nuestros momentos de oración. Hoy en la festividad de la santa del Corazón de Jesús, Santa Margarita María de Alacoque, me ha hecho recordar su “Llamamiento al Amor”: “Déjate en Mis Manos... No Me importan tu pequeñez y tu flaqueza; lo que pido es que Me ames y que lo ofrezcas todo para consolar Mi Corazón. Quiero que sepas cuánto te amo y qué tesoros te reserva Mi amor. Quiero que descanses sin miedo en Mi Corazón. Míralo y verás que ese fuego es capaz de consumir todo lo imperfecto que hay en ti. Abandónate a Mi Corazón y no pienses más que en darme gusto. Quiero que Me lo ofrezcas todo, aún lo más pequeño, para compensar el dolor que Me causan las ofensas de las almas”.

Hoy domingo, día del Señor, le puedo dedicarle algo más de tiempo. Sí, aunque Él nos ha dado todo, parece mendigarnos y todo para eternizarnos y sacarnos de nuestras veleidades por segundos de tiempo que se nos escapan.

Leo con paz las lecturas del día. Me detengo donde hallo gracia. No me desanimo porque hay que insistir sin desfallecer, nos dice Jesús en el Evangelio.

El salmo nos dice: “Nuestro auxilio es el nombre del Señor”.

Cada uno de nosotros “es una misión en esta tierra”. Estamos aquí para testimoniar, bendecir, consolar, levantar, transmitir la belleza de Jesús. Ánimo, ¡Él espera mucho de ti! El Señor tiene una especie de ansiedad por aquellos que aún no saben que son hijos amados del Padre, hermanos por los que ha dado la vida y el Espíritu Santo. ¿Quieres calmar la ansiedad de Jesús? Ve con amor hacia todos, porque tu vida es una misión preciosa: no es un peso que soportar, sino un don para ofrecer. Ánimo, sin miedo, ¡vayamos al encuentro de todos!

«El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz». Donde hay paz esta Dios, y donde esta Dios no falta de nada.

Si me aburro, tomo a María y le digo cómo va mi rosario en este mes de octubre, me propongo mejorar y hacer de mi vida un Magníficat como la de nuestra Madre.

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