24 octubre 2022, lunes de la 30ª semana de Tiempo Ordinario. San Antonio María Claret, obispo. Puntos de oración

Para orar con las lecturas de hoy, basta con acogerlas como hijos, con la confianza infinita en el Padre. Esto nos permitiría leerlas de corazón, no como ya sabidas. No obstante, quizá no nos resulte fácil acercarnos de esta manera…

Vamos por párrafos en la primera lectura:

1.     Todo bien: ser buenos… Quizá ya lo del perdón… Pero lo compramos sin problema.

2.     La cosa, si se toma en serio, va in crescendo: Ser imitadores de Dios…, vivir como hijos… vivir en el amor como Cristo nos amó…, como se entregó a Dios como oblación y víctima de suave olor. ¡Uff!

3.     Pero ya lo malo es si nos vemos retratados en algunas de las pinceladas que apunta Pablo. Y aún peor si es alguno de nuestros pecados confesados habitualmente. 

Es posible que, a estas alturas de la oración, o hayamos puesto el chip de la reinterpretación, de la auto-justificación, para poder seguir adelante con una mínima tranquilidad interior, o nos veamos aplastados por el peso de la culpabilidad y turbados por el vértigo de nuestra fragilidad o pecado.

Y aquí entra el evangelio del día: ¿no será el jefe de la sinagoga, hipócrita, fariseo, un retrato de nuestra práctica habitual de la fe? ¿No cargaremos tintas, de normal, demasiado en la curvatura o rectitud exterior de nuestra vida (o de los demás), desde una visión moralista de la religión? Cuando el Señor nos concede luz para ver nuestra pobreza (esa mujer encorvada desde hace años), la tentación es tirar la toalla con nosotros mismos. ¡Cuántas veces no le permitimos al Amor incondicional del Señor recomenzar con nosotros de nuevo!

Sin embargo, Jesús tiene una mirada muy distinta sobre esa mujer enferma (ve con compasión, sin juzgar, y desea sanarla). Su mirada re-educa la nuestra. Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar? […] Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?

Santa María, Madre buena, concédenos la gracia de un corazón de carne, cambia nuestro corazón rígido de piedra. Ayúdanos a pasar de una religión de moralina, a una fe y un amor encarnado, como la de tu Hijo, hijos en el Hijo.

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