Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 32-5, 8 (4, 32-5 8)
Hermanos:
Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó
en Cristo.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como
Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave
olor.
De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar;
es impropio de santos. Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble
sentido; todo eso está fuera de lugar. Lo vuestro es alabar a Dios. Tened
entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza o al afán de
dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Que nadie os engañe con argumentos falaces; estas cosas son las que
atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Antes
sí erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. Seamos imitadores de Dios, como
hijos queridos.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (13, 10-17)
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa
de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar. de ningún modo.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
«Mujer, quedas libre de tu enfermedad».
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en
sábado, se puso a decir a la gente:
«Hay seis días tenéis para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos
días, y no en sábado».
Pero el Señor le respondió y dijo:
«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su
burro del pesebre, y lo lleva a abrevar?
Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada
dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?»
A decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la
gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.
Palabra del Señor.