Empezamos nuestra oración
invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros
corazones el fuego de tu amor”.
Las lecturas que escuchamos en la Misa de hoy
nos hablan de la verdadera sabiduría. Esa sabiduría que Dios mismo ha velado a
los sabios y entendidos, según el entender del mundo. ¿Cuál es esa sabiduría,
que los que se tienen por entendidos no saben reconocer? La primera lectura nos
da la clave: es la sabiduría sobre la cual nos debemos apoyar y aferrar, y por
la que nunca jamás quedaremos defraudados. Es el mismo Jesucristo.
Sólo Jesucristo es la Sabiduría. Y el Padre
sólo se lo revela a los pequeños y humildes. Como dice el Evangelio de hoy “Sí,
Padre, así te ha parecido bien”. Jesucristo es la Sabiduría que nos revela al
Padre: “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar”.
Virgen María, ayúdame a ser humilde y pequeño
como tú, porque así, de tu mano y ejemplo, el mismo Cristo, me revelará al
Padre.
Hoy celebramos la memoria de Santa Teresa de Jesús y además coincide que celebramos el IV Centenario de su canonización en el año 1622. Qué gran día para encomendarnos también a ella. Ella fue también maestra de humildad. Pidámosle que interceda por nosotros en nuestro camino de perfección espiritual, para que, siendo humildes, veamos y conozcamos cada día mejor a nuestro Padre.