El himno de la Carta a los Efesios describe el plan divino de
salvación y el papel que desempeña en este diseño salvífico cada una de las
Personas divinas. El Padre ha resucitado a
Cristo y nos ha elegido por amor. El Hijo, constituido por el
Padre cabeza de la Iglesia, comunidad de salvación fundada por el propio
Jesucristo, nos ha redimido y salvado por su sufrimiento. El
Espíritu Santo garantiza este plan de salvación
y asegura que la acción del Padre y del Hijo alcance su objetivo. Este himno de
Efesios nos invita a la alabanza por el cuidado y
detalle del plan divino y trinitario de salvación. Este plan divino de
amor afianza nuestra fe en la victoria de Dios, en medio de
las dificultades y vaivenes de nuestro mundo.
El Hijo de Dios, Jesucristo, hecho uno de nosotros, ha
venido, no a cerrarnos sino a abrirnos la puerta que nos conduce a la plena
unión con Dios. Él es esa puerta, pues no hay otro nombre, ni en
el cielo ni en la tierra, en el cual podamos salvarnos. Unidos a
Cristo mediante la fe y el amor seremos siempre los hijos amados del Padre
Dios, en quienes Él se complazca. Unidos a Cristo tenemos
asegurada la herencia que a Él le corresponde como a Hijo unigénito del Padre.
Y nuestra unión a Cristo se inicia desde el día en que, vueltos del pecado,
culminamos nuestra primera conversión mediante el Bautismo.
¡Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, que redescubramos el don supremo e inigualable de ser de Cristo!