Marta y María representan las dos dimensiones de la fe cristiana: la
escucha de la Palabra de Dios y el servicio al prójimo. Los hombres
tendemos a enfrentar estas dos realidades, así en los primeros cristianos hubo
su tensión entre ambas partes como revela el libro de los Hechos (6, 1-7),
cuando los apóstoles pidieron a la comunidad que eligieran siete varones a los
que encargar el servicio de las mesas para poderse dedicar ellos a la Palabra y
a la oración. Esta es la situación que refleja el episodio de Marta y María.
En la actualidad pensamos que lo importante es la solidaridad con los
necesitados, tendemos a considerar como algo secundario la oración y la escucha
de la Palabra. Jesús nos alerta de esta actitud cuando considera que María,
sentada a sus pies y escuchándole, ha escogido la mejor parte.
Abelardo. explicando este pasaje, nos comentaba que esto era como cuando
partes una tarta en dos trozos: puedes coger la mejor parte, quizás la más
grande, en este caso la vida contemplativa. Pero Abe insistía que es mejor
coger todo, es decir las dos partes: oración y vida activa, tomamos la tarta
entera. Este es el sentido de ser contemplativo en la acción,
término utilizado por primera vez por el jesuita Nadal. Abelardo entendía que
ser contemplativo en la acción era el objetivo de todo
militante.
Nadal decía: No quiero que seas espiritual y devoto solamente
cuando celebras misa o estás en la oración. Quiero que entonces seas también
devoto y espiritual cuando estás en la acción, para que en todas tus
obras resplandezca la fuerza plena del espíritu y de la gracia y de la
devoción.
Si queremos buscar un ejemplo de contemplativo en la acción, no tenemos
más que mirar a Francisco Javier. Un jesuita escribe de él: La vivencia
y actuación apostólica de Javier no se entienden sin el marco
de los Ejercicios Espirituales. Desde que los hizo es hombre de intensa oración
nocturna y gran sentidor, ligado con estrecha intimidad a Dios, vive en una
dependencia agradecida y esperanzada, que lo impulsa al riesgo apostólico, en
la convicción de que, viviendo en Dios, nadie lo puede
vencer.
Finalmente, citemos al papa Francisco en Gaudete et exsultate:
«Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y
nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión.
[…] A veces tenemos la tentación de relegar […] el compromiso en el mundo a un
lugar secundario, como si fueran ‘distracciones’ en el camino de la
santificación y de la paz interior» (nn. 26-27).
Pidamos a la Virgen la gracia de ser contemplativos en la acción.