16 abril 2011, sábado de la quinta semana de Cuaresma – Puntos de oración

El deseo del sueño mesiánico de unidad universal que recoge la primera lectura -seréis un solo pueblo, ya no habrá dos pueblos divididos, no dos monarquías- se realiza en la cruz del Señor. Como profetizó Caifás, 'conviene que uno muera por la salvación del pueblo'.

Y es que no hay unidad sin cruz. No hay vida sin pasar primero por la muerte.

Ese anhelo de unidad que todos tenemos en el corazón, sólo puede producirse en la entrega, la renuncia propia, la muerte a uno mismo.

Es así en la vida nuestra de cada día, y lo comprobamos una y mil veces.Para que hay unidad y paz en la familia, ¿cuántas veces o tiene que morir a sí misma una madre o un padre? ¿Para que haya vida en un grupo, ¿cuántas horas de vida oculta no han de entregar los educadores?

Al final la pregunta es sencillamente compleja, ¿estoy dispuesto a dar mi vida, a renunciar a mí mismo, a anteponer a los demás ya Dios mismo sobre mí?

Esta es la pregunta que a las puertas de Semana Santa me puedo hacer. El Señor es quien carga con la cruz, pero yo puedo acompañarle y, como el Cirineo, ayudarle a cargar con ella.

A solas, con Jesús, se lo digo, se lo pido, se lo ofrezco.

¡Señor! ¡Déjame ir contigo hasta el final! ¡Ayúdame Tú a dar mi vida por ti!

Para ello tengo un diálogo íntimo con Jesús. Quizás está en casa de sus amigos en Betania. Allí lo podré encontrar. Allí le puedo hablar al corazón.

Archivo del blog