Al iniciar nuestra oración pedir lo que indica San Ignacio en los Ejercicios Espirituales al empezar las meditaciones de la Pasión: “dolor, sentimiento y confusión, porque por mis pecados va el Señor a la Pasión”.
La expresión del salmo que hay nos propone la liturgia es: “El Señor es mi luz y mi salvación” para que oriente mi vida en un mundo donde hay mucha tiniebla y todo parece que está perdido, sí Él es nuestra luz y nuestra salvación.
Nosotros también pedimos tener la experiencia que tuvo el pueblo de Israel en el Éxodo: en él el Señor escuchó el clamor de su pueblo y los liberó de la esclavitud, lo educó para poner su confianza en el que nunca falla.
La escena evangélica que hoy nos presenta la Iglesia para nuestra oración está cargada del ambiente que se respira en estos días de la Pasión del Señor donde nos debemos situar como si presentes nos hallásemos.
Jesús está en una cena en casa de un amigo íntimo donde una mujer, María, toma una libra de perfume de nardo para ungir al Señor, este gesto de María para con el Señor nos revela el gran amor que le tiene y que le hace estar por encima de los comentarios que se hacen por este gesto. Nosotros también a lo largo de nuestra vida tenemos ocasión de ungir al Señor con el buen olor de nuestras obras y palabras y muchas veces no nos atrevemos a acercarnos a Jesús por el temor al qué dirán.
Luego están las protestas de Judas ante la actitud de María, siempre debemos contar con las opiniones críticas de los que nunca hacen nada y que en apariencia esas críticas están bien argumentadas pero en el fondo son los que prefieren el dinero al amor, argumenta Judas como si se pudiera amar a los de fuera (los pobres) sin amar a los de dentro (a Jesús). Judas no cree en el amor generoso; el dinero es para él el valor supremo. María desvaloriza el dinero; Judas el amor
Tenemos que suplicar constantemente a la Madre que nos dé la fuerza necesaria para salir de nosotros mismos y confesar a Jesús en medio del mundo sin tener en cuenta lo que digan y hagan con nosotros
Al terminar nuestra oración hacer un pequeño examen para ver cómo tenemos nuestros valores de actitud en nuestra vivencia de la fe si como María de Betania o la de Judas Iscariote, si una para darle gracias a Dios y si la otra para pedir perdón y pedir la conversión.