23/4/2011, Sábado Santo – Vigilia Pascual

  • En esta vigilia, “Madre de todas las vigilias”, se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (epístola y evangelio).

    • 1ª Lectura (Gén. 1,1-2,2): Nos ofrece el misterio del origen de la creación.
    • 2ª Lectura (Gén. 22,1-18): Es la prueba de la fe de Abrahán, cuando Dios le pide que sacrifique a su hijo Isaac.
    • 3ª Lectura (Ex. 14,15-15,1): Narración del paso del Mar Rojo.
    • 4ª Lectura (Is. 54,5-14): Promesa de una Nueva Alianza de paz entre Dios y el pueblo de Israel, y anuncio de la reconstrucción de Jerusalén.
    • 5ª Lectura (Is. 55,1-11): Invitación a Israel para que acoja la salvación.
    • 6ª Lectura (Bar. 3,9-15. 32-4,4): Invitación a seguir el camino de la sabiduría y de la Ley.
    • 7ª Lectura (Ez. 36, 16-28): Mensaje de consolación, con el que Dios ofrece su gracia.
    • 8ª Lectura (Rom. 6,3-11): Enuncia el núcleo central de la teología paulina en lo que se refiere al Bautismo.
    • 9ª Lectura (Mt. 28,1-10): Nos habla de la tumba vacía, del mensaje del ángel (v.5-6), y de la aparición de Cristo resucitado a las mujeres (v.9-10).

  • Fijémonos en el evangelio que hoy será proclamado: Mt. 28,1-10

“En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de se la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel hablo a las mujeres: Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado.

No está aquí: Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado.

Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro: impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ¡Alegraos…!

Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.”

Sábado Santo – Vigilia Pascual – Puntos de oración

A la luz de la Escritura, os invito a ponderar tres grandes aspectos de la Resurrección de Cristo:

1. Su realidad.

2. Su necesidad.

3. Sus beneficios.

1. La realidad de la resurrección de Cristo.

a. Jesús mismo afirmó en diversas ocasiones que iba a morir y que luego resucitaría.

i. Mt. 16,21: “Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.”

ii. Mt. 20,19: “… y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.”

iii. Mc. 9,31: “… porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.”

b. Después de resucitar se presentó a sus discípulos por cuarenta días dándoles pruebas indubitables de su resurrección.

i. Hch. 1,3: “Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días hablándoles del reino de Dios.”

ii. Jn. 20,19-20: “Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entré Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor…”

c. Quinientas personas lo vieron vivo después de su resurrección.

i. 1 Cor. 15,5-9: “… y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto.”

d. Los apóstoles proclamaron su resurrección a despecho de las amenazas y de los castigos de las autoridades.

i. Hch. 3,13-15: “El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.”

ii. Hch. 4,1-2: “Mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos.”

iii. Hch. 5,29-33: “Pedro y los apóstoles replicaron: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen. Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.”

iv. Hch. 5,40-41: “…y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.”

2. La necesidad de su resurrección.

a. Si Jesucristo no hubiera resucitado, no hubiéramos tenido ni evangelio, ni salvación, ni esperanza alguna para el futuro.

i. 1 Cor. 15,14-19: “Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado.., si es que los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo sólo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad.”

b. Si Jesucristo no resucitó luego, no solo Pablo habló falsamente (v.15), sino también Pedro.

i. Hch. 2,32-36: “A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo. Pues David no subió al cielo, y, sin embargo, él mismo dice: Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies!” Por lo tanto, con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis Dios lo ha constituido Señor y Mesías.”

ii. Y el Señor mismo también: Mt.16,21: “Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.”

c. Era necesario que Jesucristo resucitase a fin de ser Salvador y Señor.

i. Hch. 5,30-31: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados.”

ii. Hch. 17,31: “Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos.

 

3. Los beneficios que conlleva el que haya resucitado:

a. Su resurrección es la garantía de la eficacia y perfección de la ofrenda de su cuerpo y de su sangre, hecha una sola vez.

i. Heb. 10,10-12: “Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. En efecto, todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás ala derecha de Dios.

 

b. La ofrenda de su cuerpo asegura nuestra regeneración.

i. 1 Pe. 1,3: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva.”

c. La ofrenda de su cuerpo asegura nuestra salvación.

i. Rom. 10,9: “Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.”

d. La ofrenda de su cuerpo asegura nuestra justificación.

i. Rom. 4,24-25: “También está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.”

e. La ofrenda de su cuerpo asegura nuestra resurrección.

i. 1 Cor. 6,14: “Y Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder.”

ii. 1 Cor. 15,20-24: “Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.”

iii. 2 Cor. 4,14: “Sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.”

f. La ofrenda de su cuerpo asegura nuestra glorificación.

i. Col. 3,1-4: “Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.”

Mis queridos hermanos, que vivamos este día sábado junto a la Virgen de la Esperanza. Nadie mejor que ella, para prepararnos a un glorioso y definitivo Domingo de Resurrección… ¡Feliz Pascua Florida…!

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