28 abril 2011, jueves de la Octava de Pascua – Puntos de oración

Empecemos la oración como se merece este tiempo de la octava de Pascua… cantando: “Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra…” (CLN 501) Si no te sabes bien la canción canta un Aleluya cualquiera. Ya sabes que los días de la octava de Pascua son como si celebrásemos otra vez la misma misa del Domingo de Resurrección, así que puedes ir todavía dando abrazos por ahí a la gente, como al salir de la Vigilia Pascual.

Tiempo de alegría y gozo con Cristo resucitado… Tiempo de sorpresas. Con Cristo resucitado puede pasar de todo. Quizás puedas usar unos minutos de tu oración en preparar tu corazón para acoger las sorpresas de Dios. No es que Cristo sea un mago afamado, pero tendríamos que tener esa actitud expectante del que espera algo maravilloso: “¡Señor Jesús, estoy dispuesto a recibir tus sorpresas!”

En los textos de la Misa de hoy, el milagro que obran los apóstoles trae cola. Un paralítico ha echado a andar por la fuerza de Jesucristo (buena sorpresa ¿eh?), pero la gente mira alucinada a Pedro y a Juan, y ellos tienen que explicar que todo ha sido por obra del Dios-hombre que ellos mataron y no por sí mismos. Y siguen explicando que Dios lo resucitó y que ellos son simplemente testigos de eso. Aquí está ni más ni menos que la esencia de porqué nosotros creemos en Cristo, y después de 21 siglos sigue el mundo creyendo en él. Y es que Pedro y Juan y algunos más fueron testigos de la resurrección de Cristo, y estos se lo contaron a aquellos que tenían delante en ese momento, y esos se lo contaron a sus familiares y a sus vecinos, y estos a sus hijos y nietos, y estos a los suyos… y hasta hoy.

También el evangelio de hoy acaba así: “Vosotros sois testigos de esto”. Jesús nos dice que lo que hemos visto es verdad, que no ha sido un sueño ni un truco de magia. Así que no valen excusas. Ya podemos hacer bien este rato de oración porque nos conviene ver a Jesús resucitado porque luego se lo tenemos que contar a los demás. Tenemos que ser testigos para poder hablar luego con convicción.

Y nosotros lo hemos visto y oído muchas veces ya. ¿Acaso no hemos visto milagros y sorpresas continuamente estos días… toda nuestra vida? Estemos muy atentos en este rato porque habrá milagros hoy también.

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