Lunes de la Octava de Pascua – Puntos de oración

  1. Introducción: cuando preparo estos puntos resuenan en mi interior frases de la lectura del libro del Papa “Jesús de Nazaret (Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección.)” ¿Fue escuchado Jesús en el Monte de los Olivos? Aparentemente no pues sufrió la Pasión. Dice el Papa en el texto (págs. 195 y ss.) «…el Padre lo ha levantado de la noche de la muerte: Jesús ya no muere más. (…) La resurrección no es sólo un salvar personalmente a Jesús de la muerte. En efecto, esta muerte no le incumbía solamente a Él. La suya fue una muerte “por los otros”, fue la superación de la muerte en cuanto tal. Así puede entenderse ciertamente este ser escuchado partiendo también del texto paralelo en Juan 12,27s, en el que a la oración de Jesús –“Padre, glorifica tu nombre”−, responde la voz del cielo, que dice: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. La cruz misma se ha convertido en la glorificación de Dios, una manifestación de la gloria de Dios y del Hijo. Esta gloria va más allá del momento e impregna toda la amplitud de la historia. Esta gloria es vida. En la cruz misma aparece, de manera velada y sin embargo insistente, la gloria de Dios, la transformación de la muerte en vida. Desde la cruz viene a los hombres una vida nueva. En la cruz, Jesús se convierte en fuente de vida para sí y para todos. En la cruz, la muerte queda vencida.»
    Y esto es lo que celebramos hoy Lunes de Pascua y durante toda esta Octava (Semana) de Pascua: la fiesta del Domingo de Resurrección prolongada durante una semana para que los cristianos hagamos nuestra la alegría del Señor, salvado de la muerte de una vez para siempre y nosotros con él. Una semana para profundizar, llenos de alegría, en la alegría del Señor y de toda la Iglesia. Como dice el Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan” Jesús, como Buen Pastor va delante de su Iglesia. Ha atravesado ya la cañada oscura de la muerte y toda la Iglesia vamos tras Él camino de la Resurrección.
  2. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
  3. Petición: Santa María, ayúdame a alegrarme con Jesús resucitado.
  4. Composición de lugar: Contemplar a la Virgen que recibe la visita de Jesús resucitado
  5. Puntos para orar: Repetir despacio, si nos ayuda el salmo 22, pensando en que sus palabras se cumplen en la resurrección de Cristo.
  6. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios y Madre mía, ayúdame a vivir hoy y estos días la alegría de la Resurrección.”
  7. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

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