18 septiembre 2011, domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Mt 20, 1-16

Al iniciar la oración, como nos indica san Ignacio, caer en la cuenta de que Dios me está esperando, ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que yo tengo en el corazón.

Este pasaje del evangelio de san Mateo vuelve a tratar el tema del dinero, quizás porque su autor fue aquel Leví que recaudaba impuestos. Esta parábola de los viñadores o de los “trabajadores de la última hora” debería titularse la parábola del “amo bondadoso”. La queja de los viñadores contratados al amanecer: “nos tratas a todos igual, a pesar de que somos nosotros los que hemos soportado el bochorno del día…”.

Es importante, subrayar, que la parábola de hoy sigue estando en el contexto de la enseñanza de Jesús en el que describe las características de la comunidad cristiana y cada uno de sus componentes.

Fácilmente tendemos a construirnos un Dios, que es sólo reflejo de nuestras aspiraciones y de nuestros miedos. Sin embargo, como dice hoy el profeta Isaías: Dios es distinto muchas veces de lo que nosotros tendemos a pensar de Él, ya que “mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”.

Jesús nos presenta hoy un Dios cuyo comportamiento es sorprendente, no comprendemos el comportamiento del dueño de la vid. Nosotros hubiéramos pagado a tantos euros la hora trabajada, pero Jesús nos dice que Dios es diferente, que su forma de actuar es distinta, que sus planes no son nuestros planes.

Jesús se está dirigiendo a sus paisanos que se creían con derechos especiales por pertenecer al pueblo elegido y les está diciendo que los que comiencen a pertenecer al nuevo Pueblo de Dios recibirán un salario similar. Jesús nos dice a todos que nadie llega tarde al Reino de Dios, que a todos acoge la bondad del Padre, que no nos debemos fiar de nuestros méritos como los jornaleros de la primera hora y que el trabajar en la viña del padre es ya el premio, pues el trabajar en la viña que es la Iglesia no es una carga sino un gran premio el estar trabajado con Él y como Él, este es el premio al que debemos aspirar.

Jesús en esta parábola nos está diciendo que para el Amo de la viña, vale más el hombre que trabaja, que el trabajo que realiza, que valora al hombre por lo que es y no por lo que produce, en definitiva que los caminos de Dios distan de los nuestros como el cielo de la tierra y este es el fruto que debemos sacar de un rato de oración, que nuestro camino se junte con el Camino con la Verdad y con la Vida que es Jesús.

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