Hoy es la fiesta de un apóstol, San Mateo. Esto siempre es una llamada a volver la vista a los orígenes, y de allí mirar con agradecimiento el don de la Iglesia.
Petición: Comenzamos pidiendo al Señor un corazón enamorado de su Iglesia.
Ideas: La primera lectura nos enseña que todos formamos parte de una sola Iglesia con distintas funciones: unos apóstoles (como san mateo, o como todos los obispos que le han sucedido), otros profetas que proclaman en nuestro mundo, a veces a contrapelo, cómo ha de ser la sociedad según el corazón de Dios, otros pastores para enseñar…
- Señor, ¿qué quieres tú de mí? ¿Qué don me has dado para poner al servicio de tu Iglesia? ¿Cómo puedo hacerlo ya fructificar y cultivar? ¿O sigo siendo de esos que miran desde la barrera y piensan que la Iglesia son otros (los curas y las monjas) que son los que la sacan adelante y yo con ir a misa ya cumplo?
- ¿Y en esta pequeña parte de la Iglesia que es su Milicia de Santa María? ¿Tiro del carro o me quedo mirando y me contento con ir a algunas actividades? ¿Cómo me pongo al servicio de los demás?
- Entonces siento en mí el recuerdo agradecido de Mateo, aquel pecador de corazón grande e impulsivo, que con sólo cruzar su mirada con la de Jesús se decidió a dejarlo todo y seguirle. Y me pregunto, ¿y yo? ¿qué me ata todavía? ¿qué es lo que me da miedo dejar para seguir a Jesús?
- Y recuerdo agradecido a mis pastores, especialmente a mi obispo. Y siento que ese hombre concreto también dejó todo por seguir a Jesús. Y que en él está la línea de continuidad que me une con aquellos primeros apóstoles y, en definitiva, con Jesús. Y pido por él, para que sea fiel a Jesús y para que el Señor le dé fuerzas para cumplir su misión.
- Concluyo con un coloquio con Jesús, con el que me cruzo la mirada y siento que me pide que le siga. ¿Qué respondo? ¿Qué le digo?