3 septiembre 2011, sábado de la XXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Situándonos.

Oremos con el Evangelio que la Santa Madre Iglesia, nos propone para hoy. Un encuentro, unos fariseos que ven escandalizados a los discípulos de Jesús rompiendo el descanso del Sabbat judío. ¿Por qué permite Cristo que sus discípulos den este contra testimonio, violando la Ley judía? Metámonos en la escena.

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: “Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido”.

El sábado era el día del descanso para los judíos. Es el recuerdo de la Alianza de Dios con el pueblo de Israel, un honrar al Dios de la creación que descansó el séptimo día.

Para los judíos, especialmente para los fariseos, el descanso (y por tanto el tributo a Dios), se conseguía absteniéndose del trabajo, de andar… Y esto estaba blindado con mil y una restricciones que legislaban la normativa del descanso. Así se entiende el escándalo que produce la actitud de los discípulos de Jesús en estos judíos fieles a la Ley.

Jesús les replicó: [...] “El Hijo del hombre es señor del sábado”

Desde la llegada de Cristo, el día del Señor (nuestro sabbat, «Dies Domini», es el domingo) ha cambiado. De alguna manera el fondo del Sabbat judío se mantiene (alabar a Dios creador liberándose de ocupaciones, preocupaciones…), pero las palabras del Señor “El Hijo del hombre es señor del sábado”, lo han transformado completamente.

De la llegada de Jesús en adelante, no serán las normas las que blinden el descanso, sino el amor a Dios y la sincera entrega de tiempo y recursos a Dios en la Eucaristía y en los hermanos. Ya no es cuestión de actividades, sino de una actitud del corazón, de lo íntimo del hombre, que le lleva a entregar lo más noble de sí mismo al Dios que firmó una alianza fiel con el hombre en el madero de la Cruz.

Quizá para sacar a relucir esto tan importante, Cristo que no vino a tocar ni una coma de la Ley del Dios del Antiguo Testamento, permitió que los discípulos dieran ese “escándalo”. Era necesario para desenmascarar la actitud del corazón humano, y era necesario para autoproclamarse Corazón del descanso del hombre.

Reflectir sobre uno mismo, para sacar provecho.

El Evangelio de hoy, plantea una pregunta directa: ¿En qué o en quién buscamos nuestro descanso? O lo que es mismo: ¿Dónde, en qué o en quién gastamos nuestro tiempo libre?

¿A Dios, qué le toca en nuestro descanso, los flecos que sobran después de descansar en otras cosas, o el corazón de nuestro descanso y nuestro trabajo? ¿Por qué (o Quién) trabajo, y en qué (o Quién) descanso?

Escuchemos en la oración de hoy, de labios de Jesús: “Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré”.

Pidamos a la Virgen la gracia de descansar en Jesús, de blindar nuestro descanso no en una actividad, no en esto o en aquello, sin o en el Corazón de Jesús. “¿A quién hemos de acudir, si sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna?“

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