Este mes es el mes de la Biblia unido a la memoria de san Jerónimo que se dedicó gran parte de su vida a los estudios bíblicos por encargo del papa san Dámaso. La Lectura de la Biblia debe estar siempre presente en nuestra vida; nuestra oración será auténtica si se inspira en la Biblia como lo está toda la oración de la Iglesia.
La Biblia nos habla del amor de Dios por los hombres. La primera lectura de este día pone de relieva como el Antiguo Testamento se fue abriendo al universalismo. Todos los hombres se sienten llamados a conocer a Dios. La Iglesia es la nueva Jerusalén que congrega a todos los pueblos de la tierra: “contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles”.
El evangelista san Lucas centra su obra en Jerusalén “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”. Jerusalén es la plenitud de su misión y el inicio de la misión de la Iglesia que se relata en su segunda obra los Hechos de los apóstoles. En Jerusalén Jesús se ofrece por la salvación del mundo y su sacrificio es aceptado en su resurrección. Esa salvación llegará también a los samaritanos (él es el salvador del mundo” Jn 4,42)
Los “hijos del trueno” se dejan llevar de un celo desmedido y Jesús les regaña. Pidamos hoy nosotros a Jesús tener sus mismos sentimientos para no dejarnos llevar de los nuestros. Pidamos entrar en los designios misteriosos y salvadores de Dios para que nuestra oración y apostolado sean coherentes con la obra de la Iglesia, sacramento universal de salvación, signo e instrumento de la gracia de Dios.