El tema de nuestra oración en este día puede ser la santidad. La solemnidad de todos los santos nos invita a ello. La Iglesia es un pueblo de santos, es su objetivo: que todos los hombres sean santos. Jesús instituyó la Iglesia con este fin. En cada generación han surgido personas con fama de santidad paro son muchas más los que lo han sido. En los santos Dios “nos ofrece el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino”. Es importante que veamos así las cosas para encaminarnos en la dirección correcta.
La santidad es amistad con Dios, es vida plena, es colaboración con Cristo. Hoy se me ocurría una forma de enfocar este tema: donde hay santidad el pecado pierde lugar; todo lo que hagamos por ser santos será una victoria contra el pecado. La oscuridad es ausencia de luz y el frio ausencia de calor así el pecado es ausencia de santidad. ¿Cómo ser santos? Cultivando la amistad con Dios y buscando hacer su voluntad. Para esto es necesario vivir la primacía de la vida interior: participación en el sacramento de la Eucaristía, frecuencia en el sacramento de la Confesión, meditación personal y lecturas apropiadas, examen de conciencia, rosario… y todo esto para vivir y acrecentar la fe, la esperanza y la caridad. Y desde aquí afrontar todo lo demás de la vida.
La primacía de la vida interior se puede vivir con sinceridad ante Dios de una forma acomodada a la propia realidad pues el fin es vivir la fe, la esperanza y la caridad. Santa Teresa de Jesús Niño enseñaba que la santidad no consistía en hacer esto o lo otro sino en vivir confiando en Dios Padre con una confianza audaz y sin límites.
«La santidad no consiste en tal o cual práctica, consiste en una DISPOSICIÓN DEL CORAZÓN que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre» (Novissima verba 3 agosto)
Y termino ofreciendo unos puntos del Catecismo:
459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí... "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7; cf. Dt 6, 4-5). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).
829 "La Iglesia en la Santísima Virgen llegó ya a la perfección, sin mancha ni arruga.
En cambio, los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a María" (LG 65): en ella, la Iglesia es ya enteramente santa.
2015 El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:
El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. Jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa, hom. in Cant. 8).