Iniciamos ahora, de alguna forma, la oración: preparando la mente y sobre todo el corazón, por la lectura y el comentario de la palabra de Dios. En este caso nos detenemos en el texto de Lc. 10, 1-9
En este evangelio, Jesús;
- Designa, manda por delante (de dos en dos y a todos los pueblos) y aconseja tener en el corazón, la petición al Padre para que mande obreros a su mies.
- Pide; ponerse en camino, como corderos en medio de lobos, pero sin llevar dinero, alimento ni detenerse con personas ó cosas que distraigan.
- Recomienda, al entrar en las casas; desear la paz, tomar el alimento que ofrezcan (como pago por el trabajo), quedarse en la misma casa, curar a los enfermos, decid “está cerca el Reino de Dios”.
Pidiendo ayuda a Santa María y al Espíritu Santo, procuramos ponernos en actitud de discípulos (hoy) del Señor Jesús y hacerle tres preguntas;
- ¿Acaso puedo ayudarte en tú tarea evangelizadora?;
- ¿Dónde tengo que ir y a que medios humanos tengo que renunciar para anunciarte?
- ¿Cuáles deben ser mis actitudes en el trato con las personas?
Quizás en nuestra meditación vamos cayendo en la cuenta que sólo se nos pida tener fe, amor y paz en el propio corazón. Que aquellas personas que no nos reciban debemos dejarlas para el Señor y no juzgarlas. Sabemos que somos nada más que servidores pero Dios lo lleva todo. El, hoy, está actuando a través de su Hijo Jesucristo.
Cuando nos creemos que el Reino de Dios está muy cerca, en la propia alma. Cuando, por la oración, actualizamos ésta presencia y nos esforzamos para que impregne cada acto del día….entonces quizás ya no tenemos que preocuparnos de nada: “en aquel día os pondré en los labios palabras a las que nadie podrá resistir”. Dejemos fluir los acontecimientos de cada día, de cada momento, sólo ocupándonos de llenarlos de la presencia del Señor “buscad el Reino de Dios y su justicia, LO DEMAS se os dará por añadidura”.
Jesús nos enseña así a no malgastar energías, ni a perder el tiempo ocupándolo en preocuparse, angustiarse, en procedimientos… Los entendidos hablan que para vivir en la santidad basta reconocer la condición de criatura junto a una confianza ilimitada en Dios como Padre.
Insistamos en dialogar, en presencia de Sta. María y del E. Santo, con nuestro amado Jesús e inquirirle acerca de cómo, dónde y para que me llama HOY; con los compañeros de trabajo, en la familia, en la diversión, en las circunstancias de dolor, en el espectáculo que asisto, en los ratos de ocio que tengo….
Vamos a encomendar, como familia Cruzada-Milicia-Colaboradores, éste inmediato “III Encuentro de Laicos en marcha”. ¡Sí, es tarea de familia-evangelizadora! Queremos vivir HOY el mandato del Señor en clave familiar. Sintiéndonos necesarios pero necesitados del apoyo de mis hermanos en la fe, en el carisma común recibido. Familia que, por la belleza que se genera al expresar en su diversidad la FE común, hecha VIDA, ATRAE; acercando al evangelio de Jesús al mayor número, buscando dar vida abundante.