28 octubre 2012. Domingo de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al llegar el domingo, día del Señor, el sólo hecho de citarlo, quien ya va teniendo experiencia de vida espiritual, respira más hondo, y como un hálito íntimo sale de nuestro espíritu: Hoy es DOMINGO, día de descanso, puedo vivir más tranquilo, puedo hacer mejor mi oración, ese rato que te dedico a TI Señor en el que me encuentro contigo, el comienzo con tu presencia: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones vayan orienta en servicio y alabanza de tu infinita Majestad” como nos indica san Ignacio.

Hoy la oración podemos contemplar la curación del ciego Bartimeo, que estaba sentado, a la orilla del camino pidiendo limosna. Ninguno de estos tres detalles pueden pasar desapercibidos: sentado- como nos encontramos nosotros muchas veces- al borde del camino- esperando alguien que nos dé un empujón- pidiendo limosna. Esperando que Jesús nos llame y nos invite a estar con Él, a seguirle para dar un salto, ponernos a sus pies y escuchar de los labios de Jesús la pregunta: ¿Qué quieres que te haga?” Y al escuchar esta pregunta establecerle diálogo de Salvación: “QUE VEA” Y la inmediata respuesta siempre de Jesús a nuestra diligente FE:

“Anda, tu fe te ha curado”

¿Cuándo vamos a entender que no es Jesús quien nos cura sino la FEE en Él?

¡Cuánto más ganaríamos si acudiéramos con FEE a Él?

Este trozo del Evangelio, se adecua perfectamente a lo que tiene que ser nuestra oración de fee cada día:

Una Búsqueda
Un Encuentro
Una Misión

Una búsqueda como el ciego buscando a Jesús. Había oído hablar de Jesús y los signos que hacía y quería encontrarse con Él. También nosotros que hemos oído hablar de Jesús y quizá muchas veces, queremos encontrarnos con ÉL y lo hemos hecho muchas veces a través de la oración principalmente. Pero hoy, queremos que sea un encuentro especial, único, irrepetible, dinámico de esos que marcan, que dejan huella, que no se olvidan. Tenemos que mirarle a los ojos y decirle todo esto mientras le miramos.

Un encuentro, si lo había deseado tanto, ¿Cómo no se va encontrar con ÉL? ÉL? Es que la fee sana y salva. Madrecíta en la fe, auméntanos la fee como la del ciego Bartimeo.

La Misión es el fruto del encuentro: “Le seguía por el camino.

Este pasaje, meditaba en mis primeros Ejercicios Espirituales y aún lo recuerdo como algo vivo, como el que siente que es curado de sus cegueras de pecado, indiferencia, mediocridad.

Supliquemos a la Madre y le arranquemos el milagro. Un milagro que nos haga creer. “Creo, pero aumenta mi fe”

El Salmo por si hay tiempo dice: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

Siempre que escucho o medito este salmo me acuerdo cuando me comunicaron a altas horas de la noche, la muerte de mi padre. Estando lejos, esperé a que se levantaran mis hermanos y se lo comuniqué y enseguida, nos pusimos en camino. Por el camino la oración y el Rosario aliviaron mi dolor. EN el silencio de la mañana cuando la luz del día disipaba las tinieblas de la noche, pensaba en él, en mi madre en mis hermanos, en toda mi familia. Veía la trayectoria de todos y al ver como había ocurrido todo; tanto bien, hasta este acontecimiento, había sido bueno. Entonces lleno de alegría, el corazón saltaba de alegría y gratitud y me vino a la mete este salmo que recitamos hoy: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” y cada vez lo repetía con más fuerza en mi interior y crecía en mi la gratitud de tal forma que cuando llegamos al pueblo, la gente alrededor del cadáver o por allí cerca, llorando o rezando, sintiendo todos la partida, yo entré diciendo con una fuerza que no me explico:¡El Señor ha estado grande con nosotros!¡No hay que estar tristes! Y le damos gracias por todo: Le dio una larga vida y una muerte tranquila en paz como muestra su rostro. Seguro que el Señor le acogió. ¡El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres!

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