Qué trágico es que “Cristo esté dividido” en muchas denominaciones y sectas… El obispo polaco Josafat dedicó gran parte de su vida, en el siglo XVII, a la unión de la Iglesia Ortodoxa con la de Roma. Esta misión le costó la vida; murió mártir. El trabajo por la unidad de la Iglesia está todavía muy lejos de acabar. Todavía hay muchos obstáculos en el camino. Se ha hecho, sin embargo, un buen progreso hacia el respeto y la tolerancia mutua.
“Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero.” nos dice el Libro de la Sabiduría. Son palabras que cuadran con San Josafat. Palabras por las que dio su vida.
En una sociedad que ama la justicia para los otros y se deja corromper en muchos detalles de la vida diaria, nosotros, los cristianos buscamos con corazón entero al Señor y su justicia. Pidamos al Señor que amemos la justicia en nuestra vida y pensemos correctamente cual es la voluntad de Dios en cada encrucijada de nuestro camino de este peregrinar hacia la morada eterna.
“Guíame, Señor, por el camino eterno” Señor, que “tengamos necesidad de mirar al otro con los ojos de amor de Cristo, aprender a abrazar a aquellos que están en necesidad, para expresar cercanía, afecto amor” (P. Francisco. Discurso de la visita al hospital San Francisco de Asís. 24 de julio de 2013)
“Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»” nos dice el Evangelio. “¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada” (Lumen Fidei nº 60) nos enseña nuestro pastor en su encíclica. Acudamos a Ella y nos llevará de la mano en este camino estrecho.