Nadie que crea en Él quedará defraudado.
Quería encaminar en esta dirección las
ideas de oración para este día. La cita es de la primera lectura del apóstol
Pablo a los Romanos. No sé si en esos momentos los apóstoles estaban pasando
por pruebas de especial dificultad y si estarían cansados…, me imagino que sí,
como siempre, pero quiero poner el énfasis en el primer verbo, ahora que
termina el año de la fe. Creer.
Creer, que tiene que ser igual a
experimentar el encuentro con el Señor, sentir su amor para con nosotros. Y
digo bien sentir. Hay veces que se nos dice: no es necesario sentir para saber
que Dios nos quiere o que debemos hacer oración aunque no sintamos nada…Pero lo
más propio del hombre es amar y como criatura sensible, sentir que recibe ese
amor.
Yo propongo para mañana en la oración
revisar mi intimidad con el Señor, mi cercanía, mi compartir esos momentos de
especial cariño, delicadeza, perdón que Jesús me oferta en ese rato, o durante
el día. No puede ser mi oración un ver pasar el tiempo a través de mi mente o
un divagar de distracción en distracción. Supongo que uno puede decir pero esto
como se hace. Pregúntate mejor como dejas a Jesús que lo haga. La palabra
fundamental de la cita y de mi vida es Él. Mi oración debe fijarse sobre todo
en Él. Mis sentidos tienen que estar vueltos hacia Él.
Él también posee una humanidad, es capaz
de transmitir de forma sensible su amor, su delicadeza, sus palabras… De ahí
que podamos experimentar su consuelo. Pedirlo insistentemente. ¿Y si no lo
experimento? Volverlo a pedir, abrazarse a Él insistentemente.
Métete en el abrazo del Padre que recibe
al hijo pródigo cuando llega a casa. Cuántas veces me he escapado de sus brazos
y vuelvo fatal, pero ahí está para abrazarme. Cuantas lágrimas me han costado
las escapadas, mis mediocridades... Pero esas lágrimas han sido pasadas por mi
corazón y por Su Corazón. Es necesario que hayan pasado por el corazón. Es
necesario acercar nuestro rostro a su pecho, oír que late por nosotros. Si te
ayuda hoy sábado, que es día de la Virgen, pídela que te deje un rato a Jesús
niño. Que gran dicha poder tener en brazos a Jesús. Como vamos a sentirnos
defraudados. Y así enlazo con el Evangelio. ¡Qué hermosos son los
pies de los que anuncian el Evangelio! Son hermosos porque su cercanía, su amor
nos transforma, nos conforma, nos entusiasma. Si uno, como ha dicho el Papa
Francisco recientemente, ha experimentado el amor de Dios no puede esperar para
anunciarlo. Es necesario mostrar el gozo de que Cristo no defrauda, que Cristo
llena humanamente.