Pareciera que todo coincide de una forma admirable… Estamos terminando el Año Litúrgico.., estamos en el mes de Noviembre, penúltimo del año civil, y los textos que nos presenta la liturgia en este domingo nos hablan también de un final…
Creo que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos pensado algo sobre el tema del fin del mundo… Aunque solo hubiera sido por curiosidad, hemos leído algo al respecto o nos hemos interesado por saber lo que pensaban otros, ya sea a nivel científico o religioso… Por lo tanto, es un tema que suscita una cierta inquietud.
Recuerdo haber escuchado a nuestro querido P. Tomás Morales, S.J. en algún momento de su predicación, hacer una reflexión muy corta, y al mismo tiempo muy sensata sobre el tema: “El fin del mundo vendrá para ti y para mí en el momento de la muerte…” Y así es, nuestra muerte personal, conllevará el fin de este mundo tangible en que nos encontramos…
Me gustaría invitaros en este domingo a orar sobre el momento de vuestra muerte, nuestro fin “personal” del mundo.., con objeto de estar preparados y así evitar sorpresas…
1. Al igual que hay dos concepciones de la vida, también hay dos concepciones de la muerte: La concepción materialista, que la resumiría en la frase de Cicerón: “la muerte es la cosa más terrible entre las cosas terribles.” y la concepción cristiana, que resumiría en la frase de S. Teresa de Jesús: “Ven muerte, tan escondida, y que no te sienta venir.., porque el gozo de morir, no me vuelva a dar la vida…”
2. ¿Qué sabemos de la muerte para meditar sobre ella? Me gustaría señalaros sus características generales: La primera: que es ciertísima en su venida. La segunda: que es insegura en sus circunstancias. La tercera: que es única en la vida.
3. Comentemos un poco estas tres características y así facilito vuestra oración.
a. Es ciertísima en su venida: Es un fenómeno natural, que diariamente contemplamos con los ojos y tocamos con las manos. S. Pablo decía: “Quotidie morior” todos los días muero un poco… Él se refería al desgaste que experimentaba por el celo y la solicitud de las comunidades a su cuidado. Pero esto mismo podemos repetir nosotros en cualquier momento de nuestra vida: todos los días morimos un poco, hasta que llegue el momento en que moriremos del todo.
b. Es insegura en sus circunstancias: Podemos morir de muerte natural, de muerte prematura, de muerte violenta o de muerte repentina. ¿Cuál será la nuestra? Nadie puede contestar a esta pregunta. Para muchos de nosotros ya no es posible una muerte prematura.., ciertamente, ya no moriremos en plena juventud…
c. Es única en la vida: Moriremos una sola vez.
4. Ante todo esto, creo que merece la pena que nos preparemos lo mejor posible: Una preparación que puede ser remota y una preparación próxima. Llamo preparación remota al vivir habitualmente en gracia de Dios. La preparación próxima será la de aquel que tiene la dicha de recibir en los últimos momentos de su vida: El sacramento de la Penitencia, la Eucaristía por Viático, la Unción de los Enfermos, e incluso los demás auxilios espirituales como son: la Indulgencia Plenaria y la recomendación del alma.
Termina el evangelio de este día con una frase del Señor que me gustaría resaltar como conclusión de todo lo dicho: “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.” Perseverar en el bien, haciendo el bien, es la forma de no perder el Bien Supremo que es Dios. Solo así no tendremos miedo a la muerte y lo que la muerte conlleva…