*Primera
lectura: Nuestra misión
consiste en anunciar a todos los hombres a Cristo, Buena Nueva del Padre. Quien
por la fe acepta a Cristo en su vida, está aceptando la salvación que en Él nos
ofrece el Padre Dios. El cumplimiento, así, de la misión de la Iglesia, le lleva
a que quienes, por su testimonio y por el anuncio del Evangelio, se acercan a
Cristo, por medio de Él se conviertan en una ofrenda de suave aroma a
Dios. El Papa Francisco en la JMJ de Brasil 2013 explicó que
evangelizar «es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar
nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos
como hizo Jesús». Y les animó: «Vayan, sin miedo, para servir».
«Pero
¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, sino: ‘Vayan y hagan
discípulos a todos los pueblos’. Compartir la experiencia de la fe, dar
testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a
toda la Iglesia, también a ti.»
Durante
la homilía en la misa de clausura de la Jornada, el obispo de Roma observó que
«en estos días en Río, han podido experimentar la belleza de encontrar a Jesús
y de encontrarlo juntos, han sentido la alegría de la fe».
*Salmo: Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, nos ha
manifestado su amor y su lealtad, cumpliéndose en Él las promesas hechas a
nuestros antiguos padres: que nos suscitaría un Salvador de la casa de David,
su siervo. Por medio de la entrega de Jesús por nosotros, el Señor ha realizado
la obra más maravillosa de su amor en favor nuestro. Al resucitar Jesús de
entre los muertos el Señor se ha levantado victorioso sobre el pecado y la
muerte a la vista de todas las naciones. Por eso aclamemos con júbilo al Señor.
Que nuestra aclamación reconociéndolo como Señor nuestro, no sólo la hagamos
con los labios sino con una vida íntegra, conforme a nuestra fidelidad amorosa
a su Palabra y guiados por su Espíritu Santo, que habita en nosotros.
*Evangelio: Nos encontramos ante una parábola de difícil interpretación. Los
comentarios evangélicos que la acompañan, aunque provienen ya de los estratos
anteriores a Lucas, no todos tienen una relación directa con la parábola. Lo
que más sorprende y extraña es el elogio que el Señor hace de la actuación del
administrador, quien parece que falsifica los recibos de los deudores de su
amo. Es en este punto precisa- mente donde hay que corregir la perspectiva: la
parábola no es ni una crítica a la mala utilización de los bienes materiales,
ni la aprobación de una estafa. Según algunos comentaristas, se trata más bien
de ver en la parábola un elogio de la astucia del administrador (que no
necesariamente tiene que ser ya fraudulenta).
En el
mundo antiguo, el administrador era a veces un esclavo nacido en la misma casa
de su dueño y que había sido educado para este menester. Actuaba en nombre del
dueño para realizar toda clase de transacciones comerciales y económicas. El
administrador de la parábola se ve en peligro y busca nuevos protectores. ¿Cómo
lo hace? Quedando bien ante los deudores de su amo. Pero no rebajando las
cantidades que adeudan a su amo sino rebajando la comisión que a él le
correspondería percibir; una comisión que, junto con el débito, figuraba en el
documento mercantil. Por eso hace recibos nuevos en los que no conste su parte.
Esta es la solución que ven algunos comentaristas a la luz de los documentos
comerciales del mundo antiguo. De esta forma, el elogio recae sobre
la capacidad de renuncia del administrador en vistas a un beneficio futuro: un
nuevo puesto de trabajo. Con esta lectura aparece más clara la
aplicación a los hijos de la luz: ante las exigencias del Reino hay que actuar
también con astucia, sabiendo renunciar a las cosas materiales a fin de
conseguir unos bienes muchísimo mayores.
ORACIÓN FINAL:
Dios
todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu
Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión alcancemos la gloria
de tus hijos en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.