27 mayo 2014. Martes de la sexta semana de Pascua – Puntos de oración

Se acerca la celebración de la venida del Espíritu Santo, y los textos de la liturgia nos van preparando para esa venida. Se trata de “hacer ganas”. Nuestra oración de hoy puede ir en este sentido: desear la venida del Espíritu Santo… y para ello, nada mejor que pedirla muy a menudo. La invocación tan repetida por la Iglesia, y con ella por nuestro P. Morales: “Ven Espíritu Santo”, estaría muy bien que no se cayera de nuestros labios durante la oración…, y durante todo el día.

En este pasaje del evangelio de san Juan, Cristo alude al Espíritu como nuestro Defensor. En nuestra época actual, los defensores, los abogados, no están muy bien vistos, porque cobran mucho y no siempre ganan los pleitos de los que nos defienden. Pero, en realidad, los únicos que perdemos somos nosotros, sus defendidos. Con el Defensor, con mayúsculas, no tenemos ese problema. Él siempre triunfa. Cristo nos ganó para todos la Redención de nuestros pecados, y el Espíritu lo que hace es aplicarla a todo el que se la pide.

Nuestro Defensor vence al Príncipe de este mundo, al Diablo. El fiscal acusador de nuestro verdadero pecado es vencido por la Justicia de Dios, que es ternura y misericordia para con nosotros, con tal de que nosotros la pidamos y la obremos en la medida de nuestras posibilidades para con nuestros hermanos los hombres. Tenemos pecado, sí, pero tenemos Defensor que nos defienda ante el Padre.

Nos puede pasar, sin embargo, que en las circunstancias de este mundo, los hombres, guiados por el Príncipe del mundo, nos atosiguen y nos condenen a penas y persecuciones injustas. Es lo que le pasó a Pablo y a Silas cuando fueron apaleados en Filipos. Es la tragedia del mundo, que recibe la palabra de amor y de paz de Dios a través de testigos, pero el mundo lo que hace es odiar y matar a esos mensajeros.

Y, es que, la garantía de nuestra defensa es para el juicio definitivo en el cielo. Aquí en la tierra es posible que suframos la injusticia por el Reino de los Cielos. Pero, en ese caso, bienaventurados seremos. Así que seamos fuertes y perseverantes aún en la persecución.

Pues recemos por la venida del Espíritu y sintámonos bien defendidos. Estemos en paz.

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