Durante este último mes estamos celebrando de una manera continuada la resurrección de Jesucristo. Es como un entrenamiento en la vivencia de la Pascua definitiva, un querer pregustar experiencias que tienen sabor de vida eterna.
Los apóstoles gozaron de la presencia de Jesucristo glorificado. Era necesario tras un viernes santo donde dejaron de entender lo poquito que pudieron entender.
Jesús les ha ido reconfortando y les ha ido mostrando que lo que han de pasar por El tendrá sentido y un premio que durará eternamente. Como nos dice el evangelio nuestra alegría será eterna. Ha sido, por tanto, un tiempo para la renovación de su fe, superando toda tristeza y muerte. Es necesario que también nosotros tengamos esta experiencia en la oración, dejarse imbuir de su presencia, de pensamientos divinos que nos hagan dar transcendencia a nuestra vida, muchas veces muy terrena. Y así, aunque con los pies en la tierra tener la mirada en lo alto. Nos ayudará a ser contemplativos en el actuar de cada día.
Jesús como ocurrió con los discípulos, a los cuales dejó físicamente, se hace presente de otra manera entre nosotros. Continuamente, estos días se repite en las lecturas de la misa, que no nos dejará solos, que nos mandará el Paráclito. Su Espíritu será su Presencia real en nuestras vidas. Él que resucitó a Jesucristo, hará que la resurrección llegue a nuestras vidas de forma continuada, será el que nos levante de nuestras postraciones y sepulcros, nos iluminará en nuestras oscuridades, fortalecerá en nuestras debilidades, consolara en nuestras tristezas y tribulaciones, nos llenará de alegría y nos encenderá en el fuego de su amor.
De ahí que ahora es el tiempo de pedir a Jesús que no nos abandone, que hasta su segunda venida, nos asista con su Espíritu. Es el momento de repetir en la oración: Ven Espíritu Santo.
Él es el que ora en nosotros, Él sabe lo que nos conviene, lo que tenemos que orar y pedir, Él es quien nos aconseja en nuestras decisiones y conversaciones, Él quien nos hace gustar de su presencia en nosotros y en lo que nos rodea, Él quien aviva nuestra fe cuando se apaga, Él quien nos explica las escrituras Él quien nos levanta de nuestro miedos y cansancios….
Así pues, Ven, podría ser la palabra de fondo que resuene en nuestro interior para estos días en la oración y ya cada uno puede ir acompañándola de tantas y tantas necesidades y ofrecimientos.