22 marzo 2015. Domingo de la quinta semana de Cuaresma (Ciclo B) – Puntos de oración

Domingo, día del Señor. “Que todas mis intenciones, palabras, acciones no tengan otro fin que la mayor gloria y alabanza de Dios”. Me siento unido a la Iglesia universal que celebra en todos los rincones de la tierra la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte.
El Evangelio de este domingo tiene una riqueza tal, que nuestra oración podría ser una lectura reposada, amorosa, de cada versículo y detenernos allí donde encontremos gracia. Entresacamos algunas frases de Jesús para iluminar nuestra vida.
- Comenzamos la oración avivando el deseo de conocer de corazón a Jesús, de acercarnos a él como aquellos griegos que se acercaron al apóstol Felipe: “Queremos ver a Jesús”. Se lo pedimos a María, nuestra mediadora en la oración: “Madre, quiero ver a Jesús”, “muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”.
-  “Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.  Con estas palabras, Jesús alude a su Pasión y muerte. Nos enseñan a morir a nosotros mismos para dar vida. El P. Morales comenta así estas palabras: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere… Jesús va a caer y pudrirse para producir mucho fruto. Si no, habría ‘permanecido solo’. Madre: que aprenda a caer en tierra y pudrirme. Primero caer en la tierra. Vida oculta con Cristo en Dios. Desaparecer en la monótona existencia de cada día. Perderme sin aparentemente hacer nada útil. Vivir de fe cierta y oscura, con esperanza firme y caridad entera, a lo Juan de la Cruz. Segundo, pudrirse. Y para esto, perder el miedo a sufrir. Pudrirse es aceptar los planes de Dios sobre mí, por absurdos e irracionales que me parezcan. Vivir de fe en su providencia aunque no comprenda nada… Su poder resplandece en mi debilidad, repetiré con San Pablo” (Itinerario litúrgico).
- “Padre, glorifica tu nombre”. Jesús glorifica al Padre cumpliendo su voluntad. Como hombre, siente miedo y tristeza ante el sufrimiento, pero su amor al Padre y a los hombres es más fuerte que su temor. El Catecismo de la Iglesia Católica nos brinda este comentario a la estremecedora frase de la carta a los Hebreos que hoy escuchamos: “Jesús, aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia (Hb 5, 8). ¡Con cuánta más razón la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de adopción en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (2825).
Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.” Jesús, desde la cruz, atrae a la humanidad hacia Él. La Cruz Gloriosa es el centro del universo, es la cima de la luz y del amor: “No se puede subir más el amor que donde tú lo has subido. ‑­
- “Has amado a los tuyos hasta el fin del amor, pues amaste hasta donde nadie llegó ni puede llegar” (San Juan de Ávila).

“Señor, Tú has dicho que el que quiera servirte que te siga y que allí donde estás Tú, estará tu servidor: elígeme para estar contigo al pie de la cruz, sirviendo y amando desde mi pobreza”, “Madre, ponme con tu Hijo”.

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