7 marzo 2015. Sábado de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

El texto del Evangelio de hoy es de los más conocidos y leído. El hijo pródigo. San Lucas el evangelista describe con todo detalle la bondad, paciencia y misericordia del padre por una parte y de la actitud de los dos hijos. Refleja cómo vive cada uno su libertad.
Sin libertad no se puede manifestar el amor. Dios, Padre al crear a las personas se ató las manos. Porque las ama y nos sigue amando lo hace en libertad. Y la libertad me da la posibilidad de elegir. Y puedo elegir una libertad que me orienta hacia el bien o hacia el mal. Elijo  el mal cuando busco o vivo la autonomía radical, la independencia sin vínculos familiares, sin responsabilidades. A veces puedo llegar a la violencia. Con esta actitud, a veces, sin pretenderlo se llega a las consecuencias más negativas. Pierde la dignidad de la persona a base de querer realizarse sin ninguna traba y cae en lo más profundo, hasta deshumanizarse.
Quería comer, para saciar su hambre, de la comida de los cerdos. Pero tampoco le estaba permitido. En esta situación de soledad, abandono, pasando hambre, en el sufrimiento sin esperanza y en el llanto derramando lágrimas; se acuerda de su padre. Sí me levantaré y volveré junto a mi padre…
El otro hijo que se queda en casa. Tampoco sabe usar de la libertad que supone estar siempre junto a su padre. Junto a él todas las necesidades materiales y afectivas están resueltas. Pero este hijo se mira a sí mismo. Quiere ser el centro de todo y vive angustiado cumpliendo al pie de la letra las normas porque no conoce el corazón de su  padre. Y lo ve como una carga. Se aferra  a contemplarse su propio ombligo y descubre que no es mejor que los demás criados de su padre. Por supuesto se considera mejor que su hermano que se ha marchado de casa y se ha “pasado muchos pueblos” en su arrogancia.
Vive angustiado en sí mismo sin perspectiva, al margen de la familia, aborrece tanto a su padre como a su hermano. Ya no le considera hermano. Le dice a su padre, “ese hijo tuyo que ha derrochado toda tu fortuna…” pero el padre le recuerda que también es hermano suyo y debería alegrarse, no sentir tanta envidia al ver la alegría que hay en casa porque ha vuelto sano.
Puedo elegir en este rato de oración a tipo de hermano pertenezco. Pues Dios me llama a superar la actitud de los dos hermanos.

Me ha llamado para ser padre, para ser fecundo, para dar vida a tantos hijos y hermanos que viven angustiados, sin esperanza. Pedir al Señor que sea un pálido reflejo del amor del Padre Misericordioso. Aquí, en esta parábola no aparece aparentemente la madre de los dos hermanos, pero la actitud que describe el Evangelio está reflejando el corazón de una Madre. Pidamos a María sepamos ser padres de tantos jóvenes que se quieren encontrar con el Padre para vivir felices en esta vida y gozar del banquete del Reino.

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