6 marzo 2015. Viernes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Estamos en el mejor tiempo para orar es la mejor oportunidad para empezar los que no la hacen y no la dejen nunca, para los que la hacen, mejore su calidad de trato con el Señor en duración e intensidad. ¿Por qué? Porque es el tiempo propicio, tiempo de gracia y es fundamental para la conversión que siempre debemos desear y más en este tiempo: “Convertíos y creed en el Evangelio”.

Si saliéramos con una pancarta el Miércoles de Ceniza que pusiera estas palabras, veríamos las expresiones de los curiosos, que lanzasen sus ojos sobre ella y leyeran, cómo con un cambio de expresión en la cara, en los ojos, girarían la cabeza y mirarían a otra parte. ¡Cuánto nos cuesta la conversión! ¿Cuánto nos cuesta sentirnos pecadores! Aplastados por nuestros pecados y miserias donde nos sentimos un tanto incómodos pero sin ganas de salir. Pero es el punto de arranque para amar.

Por eso Jesús nos invita al desierto de la conversión, dejar todo y seguirle en soledad, silencio, ayuno, oración. Nos invita a acompañarle. No le Estamos en el mejor tiempo para orar es la mejor oportunidad para empezar los que no la hacen y no la dejen nunca, para los que la hacen, mejore su calidad de trato con el Señor en duración e intensidad. ¿Por qué? Porque es el tiempo propicio, tiempo de gracia y es fundamental para la conversión que siempre debemos desear y más en este tiempo: “Convertíos y creed en el Evangelio”.

Si saliéramos con una pancarta el Miércoles de Ceniza que pusiera estas palabras, veríamos las expresiones de los curiosos, que lanzasen sus ojos sobre ella y leyeran, cómo con un cambio de expresión en la cara, en los ojos, girarían la cabeza y mirarían a otra parte. ¡Cuánto nos cuesta la conversión! ¿Cuánto nos cuesta sentirnos pecadores! Aplastados dejemos solo.

Por eso la Iglesia, prolongación y presencia real de Cristo en la tierra coloca este santo tiempo de la Cuaresma que lo cuida, como preparación: cuarenta días; antes eran otras tres semanas septuagésima, sexagésima y quincuagésima para que nos demos cuenta.

La Liturgia de estos días es especial para cada día y tan rica. En ellas podemos encontrar textos que nos invitan a la conversión constantemente desde el miércoles con el gesto de la ceniza, Isaías, Ezequiel, Daniel, Ester con los ejemplos de oración y los salmos: “Señor no nos trates como merecen nuestros delitos”, “Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias”, Si el afligido invoca al Señor, él o escucha y lo libra de sus angustias”, “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor” o el de mañana: “recordar las maravillas que hizo el Señor”. Cualquiera, da de sí para un buen rato de oración. El mismo Jesús nos ha enseñado a orar con el Padrenuestro.

Pero también en la primera lectura el pasaje de José prefigura al hijo enviado y cómo va ser tratado es motivo de una reflexión personal y sacar provecho.

El evangelio de la viña y el comportamiento de los jornaleros con el hijo, que nos parece injusto pero es lo que hacemos con Él cuando le ofendemos, y no estamos en lo que Él quiere de nosotros.

Tengamos en cuenta tres recomendaciones que nos da Fabro para la oración: en la memoria la persona a la que se dirige la oración, el significado de las palabras con las que se va a orar y el espíritu con que se sientan todas las cosas afectivamente. En resumen una oración trinitaria: en la memoria al Padre, en el entendimiento con la sabiduría al Hijo por quien todo se entiende y en la voluntad des el corazón al Espíritu Santo.

Y todo envuelto con el dulce nombre de María en el corazón, que nos guía y acompaña en este tiempo y nos cambia el corazón.

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