18 abril 2016. Lunes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

Yo soy el buen pastor, que conozco  a mis ovejas, y las mías me conocen” Este es el versículo que se recita antes de la lectura del Evangelio.
Para dar un paso adelante sólo se podrá avanzar  en este camino de crecimiento en la vida de fe, por medio de la oración, en un esfuerzo inicial, que depende bastante de mi actitud, de ponerme en la presencia de Dios. El resto ya se encarga Él de darme vida.
Hay unas palabras muy significativas que se repiten en este Evangelio y que se identifican algunas de ellas con Jesús: puerta, pastor, ovejas, aprisco, ladrón y bandido.
Puerta: Jesús en este Evangelio se define como: “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas…” La puerta tiene sentido como lugar por donde se entra y se sale. En este contexto es la puerta del aprisco. Aquí, en el aprisco, es un lugar seguro. Lo normal es entrar en él con alegría porque es el lugar donde se encuentran mis amigos, mi familia, la Iglesia… los que entran forzando la puerta o saltan por otra parte sólo lo hace el ladrón y bandido. Sus intenciones son malas y procuran buscar la oscuridad para no ser delatados y así actuar a sus anchas, robando y matando a aquellas que se resistan.
De todas estas palabras seguramente la que descubrimos con mayor importancia es la de Pastor.
Pastor es la figura bíblica que se repite con mucha frecuencia. “El buen pastor da la vida por sus ovejas”. Siempre acompaña al rebaño. Las saca por la puerta para que se sacien en los prados y en los manantiales. Unas veces va delante marcando el camino, y todas le siguen. En ocasiones en medio para que todas se encuentren muy cerca de Él. Quieren escucharle, olerle, tocarle,  hablarle… A distancia es difícil gozar de esas posibilidades.
En otras ocasiones, el pastor se pone detrás de las ovejas. Respeta su ritmo. Algunas ovejas están muy cansadas. Ninguna se pierde, si se queda rezagada… y si está enferma la carga sobre sus hombros. Este es el logotipo de este año de la Misericordia. Jesús carga sobre sus hombros no a la oveja fuerte y sana, sino la enferma o la que se ha roto una pata.
De aquí se desprende y entendemos un poco mejor el versículo que recitamos  antes de la proclamación del Evangelio de este día: “Yo soy el buen pastor, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen”.
Este rato de oración diario es para conocer a Jesús, porque Él ya me conoce. Pero a veces yo no conozco que me conoce y me entra la desconfianza y olvido su misericordia.
Podía preguntar a la Virgen, para que ella me ayude.

María: a veces no sé en qué lugar me encuentro.  ¿Cómo vivo? ¿Como puerta que se abre y protege, como oveja dócil que se deja conducir hacia fuentes tranquilas, como pastor dispuesto a dar la vida, o como ladrón, asalariado y bandido? Tú, María, ¿cómo me ves?

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