8 abril 2016. Viernes de la segunda semana de Pascua – Puntos de oración

La narración de la multiplicación de los panes y los peces que nos presenta el evangelio de hoy es como una prueba de Jesús a la fe de sus discípulos: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?”. La respuesta de los apóstoles es muy humana. Se dejan absorber por el problema angustiándose por la aparente falta de salida. Tienen al Señor a su lado pero no se acuerdan de pedirle ayuda. Cuando todo lo humano ha sido hecho ya, Jesús actúa demostrando que Dios siempre tiene una carta que jugar cuando parece que todo está ya decidido.
Como a nosotros, la rutina nos tiende sus redes y con frecuencia podemos olvidar levantar la mirada para poner nuestra vida en sus manos. Quizá sea la principal enseñanza que podamos adquirir durante esta Pascua, más en este Año de la Misericordia. Para ello, no dejemos de actualizar cada día en la oración, la misa, un rato de silencio, etc., la actitud de alegría por la Resurrección de nuestro Señor, por que nos ha salvado. El Evangelio de hoy nos recuerda que no debemos acostumbrarnos a nuestros problemas. Es un llamamiento a la esperanza: Dios puede actuar en nuestras vidas. Pero debemos dirigirnos a Él constantemente para que nos acompañe en nuestras luchas diarias, en nuestros sufrimientos… para que, como en cada evangelio de la semana pasada repita: “Paz a ti, no temas, alégrate… porque yo he resucitado”.

“Este sí que es el profeta que tenía que venir al mundo”. Puede ser nuestra jaculatoria para la oración de mañana y para estos días de Pascua. No podemos olvidar la feliz noticia que ilumina todos los días de nuestra vida y que la Iglesia nos propone meditar especialmente en este tiempo.

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