La fiesta de
la Pascua es tan importante que la Iglesia ha destinado 50 días para celebrar
este día, por ello en este jueves de la 5ª semana de pascua seguimos pendientes
de Jesús resucitado. Iniciamos nuestra oración poniéndonos en la presencia de
Jesús resucitado; sentimos la presencia de este Señor que nos quiere tanto que
ha muerto por nosotros. Podría habernos salvado de muchas formas, pero ha
decidido hacerlo de esta manera.
¿Dios puede
sufrir? ¿Dios puede alegrarse y gozar? Son preguntas que las dejamos a los
teólogos que las resuelvan, si pueden. Lo cierto es que nosotros hemos visto
sufrir a Dios en la pasión y alegrarse un montón en la pascua. A lo mejor, no
es tan malo el sufrimiento, como pensamos. Es posible que sea una forma de
manifestar el amor. Lo que sí es cierto es que si permanecemos en el amor de
Dios, la alegría permanece en nosotros; esta alegría no es la que brota de unas
copas de más, ni siquiera de un chiste bien contado: esta alegría nace de
permanecer en el amor de Dios. Por tanto si quieres estar alegre, debes
permanecer en la gracia de Dios y en su amor.
Por otra parte
el fuego del amor debe alimentarse y extenderse: la narración que nos hacen los
hechos de los apóstoles en el texto de hoy es maravilloso: Todos los apóstoles
y discípulos estaban maravillados de cómo se extendía la Palabra de Dios entre
los gentiles y varios de ellos animan a desprenderse de una ley creada por los
hombres para recubrirse de la nueva Ley traída por Cristo. El Espíritu Santo
mueve la iglesia desde el principio como la mueve hoy también. La iglesia que
funda Jesús, la que vemos en Los hechos de los apóstoles es la misma que vemos
hoy; que tiene sus deficiencias y pecados, igual que los tenía en los primeros
siglos, pero es la iglesia de Jesucristo. Desde la Milicia seguimos
manifestando nuestra fe sincera y profunda en esta iglesia; con el Papa al
frente y con nuestros obispos. Hoy se ataca a la Iglesia de una forma especial
en todos los frentes: son necesarios cristianos fuertes que la apoyen y la
defiendan en toda situación y momento.
Terminamos
nuestra oración con una petición a la Virgen para que siga protegiendo a su
Iglesia, la siga alimentando y animando.