La primera lectura nos relata la acción del Espíritu a través de los apóstoles. Y nos
cuentan algunas reacciones, a favor y en contra, de la palabra recibida.
Vemos a estos primeros discípulos pasar
de ser pescadores a apóstoles. Es como decir, salir del anonimato a actuar en
nombre del Señor “Yo te haré luz de los gentiles”.
“Los que estaban destinados a la vida
eterna creyeron”: esto nos puede animar-empujar para
trabajar por dar a conocer al Señor. Hay corazones que SÍ están abiertos y ¡nos
están esperando!
Y donde no se podía hacer fruto, o les
rechazaban “sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad,
y se fueron”. Muchas veces la respuesta no depende de nosotros, pero
sí ir a otros y no lamentarnos de la derrota ¿nuestra?, ¡no!, pues rechazan al
Señor. “Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo”. Hermoso
fruto pascual que, ojalá se nos regale experimentarlo en estos días.
En el salmo se nos invita a cantar al Padre por la maravilla de la resurrección
de su Hijo y, en Él, la nuestra. Y tenemos que reconocer que esa victoria nace
de sus entrañas de “misericordia y su fidelidad”. Asimismo, nace el
deseo de que a los confines de la tierra llegue ésta noticia de maravilla y
sentido de la vida.
En el evangelio se nos muestra a un Felipe interesado por conocer al Padre, del que
tanto les habla Jesús. Gracias a esta “ignorancia” del discípulo nos catequiza
también a nosotros. Nos habla de esa unidad que se da en El (las obras y su
filiación). El Señor da un paso más al decir que si realmente creemos en El,
podremos hacer sus mismas obras. Si no fuese porque nos lo ha dicho,
quedaríamos espantados. Además, esta confianza le da gloria cuando le pedimos
algo a través de su Hijo.
Es para llenarse de confianza y amor
esperanzado. ¡Qué Dios tan bueno tenemos!, nos ha regalado ser sus hijos en el
Hijo, creyendo en Él, nos posibilita pedirle lo que deseemos y que nos sea
concedido.
Vamos a preparar nuestra oración desde
el corazón que supo creer, confiar y ser madre del Hijo. ¿Cómo le va a negar
algo quien estuvo en su seno?, ¿Cómo va a dejar de interceder por mí que soy su
hijo en el Hijo? Podemos aplicar a la Virgen (respecto a nosotros) las
palabras del Salmo; “se acordó de su misericordia y fidelidad”. Así lo
recordamos en oraciones populares; “vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos”, “Virgen fiel, ruega por nosotros”.
Con María y en ella proclamamos a los
cuatro vientos; “aclama al Señor tierra entera; gritad, vitoread, tocad”.