Hoy domingo, primer día de la
semana, primer día del mes, os propongo empezar la oración poniéndoos en la
presencia del Señor vivo y resucitado, que va a volver a sacrificarse por cada
uno de vosotros hoy en la eucaristía. También en esos primeros momentos de la
oración os propongo darle gracias a Dios por todo lo vivido y recibido en este
primer mes del curso, de vuelta al trabajo y a la vida diaria.
Una vez metidos en ambiente de oración
os propongo una frase que encontré escrita en un viaje este pasado verano:
“Muchas personas pequeñas que en muchos pequeños lugares hacen muchas pequeñas
cosas pueden darle la vuelta al mundo.” Es sin duda un idea muy de nuestro
carisma, ese cumplimiento alegre y ejemplar del deber, que muchas veces
simplemente puede ser algo tan pequeño como entrar en nuestra clase u oficina a
primera hora de la mañana con una sonrisa. Claro, simplemente esa pequeña
acción una vez es irrelevante prácticamente, pero repetida y continuada puede
llegar a hacer un gran bien.
Esto no es más que una invitación a la
misión, nuestra misión, cada uno la suya que tiene solo por el hecho de ser
cristiano. Muchas veces nos podemos despistar pensando que las misiones son
acciones espectaculares en países lejanos que salen los documentales y las
películas. Pero no es así, solo tenemos que ver a la santa que recuerda hoy la
iglesia, Santa Teresa de Lisieux patrona de las misiones. Una carmelita,
religiosa contemplativa que además murió muy joven, patrona de las misiones.
Ella tenía muy clara su misión “hacer de manera extraordinaria las cosas
ordinarias y corrientes.” Hoy es muy buen día para pedirle al Señor por medio
de Santa Teresa que seamos conscientes de nuestra misión, que cada uno
concretará en su vida como Dios quiera, pero que todos tenemos.
Otro detalle muy especial de la idea que
os proponía al principio, parece que la frase hubiese sido escrita para nuestro
movimiento. Muchas pequeñas personas en muchos lugares… No estamos solos, hay
más militantes, hay más cruzados, hay más familias. Cada uno en su lugar más
grande o más pequeño pero todos unidos por una misión común. Es bueno recordar
que no estamos solos pero es mejor ponerlo en práctica, compartir nuestros
pequeños actos, animarnos, conocer la realidad de los otros forman parte
también de esta misión. A veces puede ocurrir que nos perdamos en las
dificultades de nuestro día a día y nos olvidamos de la suerte de tener más
gente a nuestro lado aunque vivan lejos, pero a nuestro lado.
Para acabar simplemente una idea de
Santa Teresa de Lisieux que nos ayude. La santidad, la misión, el vivir el día
a día como Dios quiere puede parecer una cumbre inalcanzable, somos humanos,
pecamos y fallamos a diario pero Santa Teresa decía: “El buen Dios no
puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo a pesar de mi pequeñez,
aspirar a la santidad.” Confiemos porque no hay nada irrealizable si estamos al
lado de Él.
Por último para acabar, un dialogo con
nuestra madre la Virgen, pedirle que nos acompañe ella en esta vida de misión
que tenemos por delante.
Buena oración y Feliz domingo.