20 septiembre 2017. Miércoles de la XXIV semana del T. O. – San Andrés Kim y Cos – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Una vez que ya nos hemos puesto en presencia de Dios pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, podemos repetir al Señor lentamente y varias veces: “Jesús en Ti confío, Jesús en Ti confío,…”.
Para hacer la oración de este día a la luz de las lecturas de la Misa, te propongo una reflexión por si te ayuda: El Evangelio del día nos cuenta cómo reaccionaba la sociedad de la época de Jesús. ¿Te has dado cuenta que la sociedad en la que vivimos no somos tan distintos?, ¿no actuamos de la misma manera?. Nuestra sociedad, y muchas veces nosotros, que nos dejamos arrastrar por la corriente y actuamos como la masa, pasamos como las gentes de aquella generación. Engrandecidos y pesando que estamos en poder de la sabiduría y criticamos lo que se sale del marco de lo establecido. Criticamos el sacrificio y el sufrimiento, como criticaban a Juan el Bautista (¡tiene un demonio dentro!, ¡qué tipo tan raro!, o criticamos al que se entrega o ayuda a los demás, como Jesús en el Evangelio de hoy (¡éste actúa así por interés, porque algo busca… lo hará para sentirse importante…qué vanidoso!). Siempre criticando y no estamos dispuestos a mover un dedo. Somos una generación de envidiosos y narcisistas. El Evangelio es tan actual que es un reflejo claro de la sociedad; de una sociedad que vive de manera superficial y pasajera una felicidad banal, pero que en el fondo se sienten vacíos. Así somos también nosotros a veces, nos engrandecemos y eso nos impide descubrir lo que realmente es grande, Dios. Lo que ocurre es que para verle, no hay que engrandecerse, sino que hay que hacerse pequeño y humilde para reconocerle con la frase de San Pablo (1ra lectura): “Qué misterio tan grande éste que veneramos”. Un Dios tan grande que se hace pequeño por amor y se queda junto a los débiles en la Eucaristía. ¡Grandes son tus obras Señor!

Le pedimos a la Virgen Santísima, nuestra Madre, que nos ayude a hacernos pequeños como ella para poder descubrir a Dios, que es el más grande y poderoso. Le pedimos también que interceda por nosotros y que nos enseñe a hacer oración.

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