“Combate el buen combate de la fe”
Hoy en nuestra oración recibimos esta
exhortación de san Pablo. La fe exige un esfuerzo, una vida de fe, que va
evangelizando toda nuestra realidad. Dónde puedo yo iluminar con la luz de la
fe para crecer en mi vida cristiana; qué faceta de mi vida necesita el auxilio
de lo alto. En este combate de amor vencemos las tendencias perjudiciales de
nuestra vida que nos inducen al pecado. Pablo habla de la codicia como raíz de todos
los males; cómo está presente la codicia en mi vida: codicia de cosas, de
afectos, de prestigio desmesurado; san Ignacio nos habla de afecciones
desordenadas. San Pablo constata con dolor que por la codicia muchos han
perdido la fe.
“Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos”
Vivir esta bienaventuranza nos libra de
la codicia y nos facilita el camino de la fe; es una tensión constante, una
elección de “lo que más conduce” (san Ignacio). Así podemos desenmascarar
cualquier tentación que nos sofoque y vivir en la libertad de los hijos de
Dios, como Jesús.
“Jesús iba caminando de ciudad en ciudad
y de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo
acompañaban los Doce y algunas mujeres”
Este resumen de la actividad de Jesús
que nos presenta san Lucas denota la importancia de la comunidad que Jesús va
formando, la Iglesia que ve edificando, referencia a los Doce. La importancia
que Jesús da a la mujer y que el helenista Lucas resalta pone de relieve un
cambio de mentalidad en el obrar de Jesús respecto al judaísmo de su época.
Este cambio ha quedado patente a lo largo de la vida de la Iglesia por la
notable e imprescindible contribución de la mujer a la vida de la Iglesia y que
hoy ponemos de relieve. Gratitud a Dios por este don y reconocimiento de la
originalidad de esta aportación a la vida de la Iglesia. Que el Señor siga
suscitando mujeres santas en nuestro tiempo.
Hoy Jesucristo sigue yendo de ciudad en
ciudad y de pueblo en pueblo predicando el evangelio del reinado de Dios;
abramos nuestra mente y corazón para realizar nuestra vida e edificar la
Iglesia.